martes, 18 de junio de 2013

{Mirrors - Capítulo 2}


Un relámpago seguido de un trueno. Un golpe estridente. Unos gritos. Otro trueno. Relámpago. Trueno. Una respiración entrecortada. Otro grito más. Muchas piezas de metal caían al suelo. “Monstruo. Me habéis convertido en un monstruo” Su voz resonaba en sus oídos. “No eres un monstruo. Eres lo que eres por naturaleza. Por favor” Su madre llorando. Otro relámpago. Un trueno más fuerte que los demás.
Zayn abrió los ojos. Estrujaba las sabanas entre sus manos. Miró por toda la habitación y se relajó al darse cuenta que estaba en su habitación del internado. Al menos sus padres habían hecho algo bueno por él y le habían pagado una habitación no compartida. No se imaginaba a alguien soportando sus gritos a las tantas de la noche. Salió de la cama. Se quitó la camiseta y los pantalones empapados de sudor tras el horrible flashback. Recuperó el aliento. Se puso una camiseta y unos pantalones corrientes y salió con paso ligero de la habitación. Al llegar enfrente de su puerta volvió a suspirar y tomó aire para golpearla.
-         Missy, ábreme, por favor – él golpeaba la puerta mientras su voz se quedaba sin aliento. Poco después ella abrió la puerta somnolienta.
-         ¿Qué pasa? – se dio la vuelta y vio que su compañera seguía dormida. Miró la hora y sus ojos se entreabrieron fuertemente – Pero, ¿has visto la hora que es?
-         Lo siento – ella le hizo paso para que Zayn pasara. Se sentaron los dos en la cama – He tenido una pesadilla.
-         ¿Peor que las de antes? – Rosmarie le acarició el pelo y él asintió - ¿Te quieres quedar a dormir? – Zayn volvió a asentir. Se tumbaron los dos en la cama. Rosmarie se apoyó con la cabeza sobre su pecho - ¿Por qué no puedes contarme lo que te pasa?
-         No es fácil – suspiró mientras recordaba su pasado, para él era horrible aunque sus padres no lo veían así – No sabría cómo explicarte todo lo que pasó – se estremeció.
-         Sé que tú no eres así – Rosmarie se levantó y apoyó su cabeza sobre la almohada para ver la cara de Zayn.
-         ¿Así cómo? – preguntó él confundido.
-         Tú no eres malo, no eres un monstruo. Sé que tienes un corazón enorme, creo  más que cualquier persona pero algo te ha marcado y hasta que no soluciones tus problemas no podrás encontrarte a ti mismo – se acercó a él, le dio un beso en la mejilla y se dio la vuelta – Buenas noches.
Zayn la abrazó por detrás y mientras le daba vueltas a las palabras de Missy se quedó dormido. Volvió a soñar cosas raras, pero eran cosas sueltas, no estaban entrelazadas. Primero un desván vació. Después la imagen de un pozo en medio del bosque del internado. Y por último el lago del internado justo en el corazón del bosque.
Rosmarie se había despertado, duchado y vestido y Zayn … Zayn seguía durmiendo. Encontró una pluma y empezó a hacerle cosquillas hasta que se despertó.
-         Dormilon, ¿quieres bajar a desayunar?
-         Me parece bien – se levantó de la cama – Aquí se duerme mejor.
-         No te acostumbres – ella le dio un empujón pero entre broma y broma bajaron rápido al comedor donde servían el desayuno. De momento no había mucha gente, aún faltaba una semana para que empezaran las clases pero poco a poco llegaban los demás alumnos. Los ojos de Rosmarie se desviaron hasta dar con los de Josh, por primera vez lo miraba fijamente. Josh le sonrió y al acercarse a ella la saludó. - ¿Has visto? – le preguntó ella eufórica a Zayn – Después de tanto tiempo – se sentó en la mesa con la bandeja llena, ni se había dado cuenta de lo que había cogido – Creo que era él – pensó en lo que pasó ayer. Se tocó el labio y se sonrojó al recordar el beso.
-         ¿Quién era? ¿Qué? – le preguntó Zayn despistado. Ella se acordó de que Zayn no sabía nada y se calló – Venga – le dio un empujón cariñoso.
-         Un sueño que he tenido – era la primera vez que mentía a Zayn pero no podía contarle lo que había pasado.
-         No te creo pero lo dejaré pasar – Zayn se despidió de ella – Me tengo que ir. Luego nos vemos.
Rosmarie se quedó sola pero poco después llegaron sus amigas Ruth y Henar. Ellas habían tenido unas vacaciones más largas. Las dos se pusieron a contarle todas las cosas que hicieron, las ciudades que visitaron y todos los tíos con los que se habían liado. Perdió la noción del tiempo y llegó a su habitación unos minutos antes de la comida. Su compañera ya no estaba. Era una chica rara, más que Rosmarie y eso ya era mucho decir. Casi nunca hablaba con ella, la mayor parte del tiempo se la pasaba durmiendo o fuera de la habitación. Rosmarie no se acordaba de la última vez que le había dirigido la palabra. Ni se acordaba de su nombre. Junto a sus pies había una nota. La olió. El mismo perfume. Sonrió como tonta pero después abrió la nota.
“Cambio de planes. A las 10 en la habitación 140”
Josh estaba en su habitación. Estaba satisfecho. Hoy también quería presentarse como “el chico misterioso” pero debía dejar la vergüenza de lado. Se metió a la ducha. Necesitaba refrescarse física y mentalmente. ¿Qué le diría? Por mucho que piense, sabe que lo improvisará todo sobre la marcha. Se enroscó una toalla a través de la cadera y salió del baño desnudo con la minúscula toalla.
-         Con que tú eres el famoso “chico del pañuelo de seda” – vio a Rossy apoyada en la puerta – Pensé que jamás llegaría este día – le echó el pestillo a la puerta y rodeó a Josh por el cuello. Fundieron sus bocas en un beso largo, demasiado largo, demasiado provocativo. Sus cuerpos estaban a otro nivel. Sus respiraciones estaban entrecortadas.
-         ¡Josh! ¡Abre la puerta o la tiro abajo! – la voz de Zayn al otro lado de la puerta los sobresaltó a los dos.
-         ¡Ahora! – Josh le gritó a Zayn y se volvió hacia Rossy – Por favor, escóndete. Ahí – señaló la puerta del baño y ella le hizo caso. Zayn estaba cabreado. No paraba de dar golpes fuertes en la puerta y cuando Josh abrió, se le tiró encima empujándolo contra la pared.
-         Deja de jugar con ella – empezó fuerte – No sé si te habrás dado cuenta de que Rosmarie babea por ti pero para ya. Déjala tranquila. Dile que pasas de ella. ¡Díselo! – gritó con rabia – Le estás haciendo daño y no puedo ver como se ilusiona con una tontería.
-         No es una tontería – le contestó Josh empujando a Zayn y recobrando fuerzas – Me gusta y tú lo sabes muy bien. Tú eres quien debería replantearse esas cosas – se puso bien la toalla – Sois amigos – recalcó la palabra amigos haciendo que Zayn explotara, no de rabia y cabreo, sino de la razón que tenía.
-         Josh … - fue lo único que pudo decir, no le salían las palabras, lo único que hizo fue correr. Rossy salió del baño, incrédula al oír todo lo que habían dicho.
-         No he entendido lo que acaba de pasar.
-         No hace falta que lo entiendas – Josh puso una mano alrededor de su cadera, la atrajo hacia su cuerpo y la volvió a besar con la misma pasión de antes. Él la deseaba, quería hacerla suya, la quería sólo para él. Y ella… ahora ella no sabía lo que quería. Lo había deseado durante todos estos años pero ¿y Zayn? No podía pensar ahora en Zayn. Tenía al chico de sus sueños delante de sus ojos y por fin podría hacer todo aquello que había deseado.
Ella lo empujó encima de la cama, se subió encima suya y le dio un beso. Otro más. Bajaba lentamente hasta su cuello. Su pecho. Zayn. ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? Estaba mal. La necesitaba. Se levantó rápidamente.
-         Lo siento – abrió la puerta y salió corriendo escaleras abajo empujando a todo el mundo que se encontraba. Se encontró con Henar y notó sus intenciones de pararla – Ahora no – le acarició la mano para que su amiga la comprendiera.
Zayn ya estaba muy adentro del bosque. La rabia podía con él. Ya le había pasado antes pero no con tanta intensidad. Josh tenía razón. Don perfecto tenía razón. “Monstruo” Esa palabra resonaba dentro de su cabeza, sus oídos estaban hartos de oírla pero era lo que lo caracterizaba. Cuanto más se adentraba en el bosque más aumentaba su ira. No se daba cuenta por donde iba, ni el camino que había seguido pero se había adentrado tanto que había llegado al pozo de su sueño. Una risa lo puso sobre aviso. Era una risa alta. Aguda. Una chica. Era ella, otra vez.
-         ¿Qué quieres? – daba vueltas en círculo buscándola con la mirada, quería ver su rostro – Juré que si volvías a aparecer no volvería a quedarme quieto – se acordó de la última vez que la vio bajando las escaleras de su casa encapuchada entre risas. No se había quitado esa capucha nunca, ni esa toga. Si no fuera por su rareza y su naturaleza hubiera sido como una monja más – Me lo quitaste – se acordó de aquella figura pequeña que yacía sobre un charco de sangre – y no volverás a tocar a nadie que quiera.
-         Que ingenuo eres – una voz se oyó de todos pero de ningún lado. Intentó localizarla pero no pudo. Y volvió a reírse. Zayn vio una sombra moverse detrás de él, oía las ramas crujir.
-         Ya te tengo – saltó encima suya y estaba dispuesto a ahogarla con sus propias manos hasta que la melena pelirroja de Rosmarie brilló sobre el suelo. La miró a los ojos y la abrazó. – Pensaba que … - recordó que ella no sabía nada de aquella historia – Lo siento.
-         No puedo verte así – Rosmarie sentía ternura y cariño al verle, pero también sentía un escalofrío cada vez que él estaba cerca de ella – Sabes que algún día tendrás que contármelo todo – Zayn la ayudó a levantarse y la miró a los ojos. Ella le inspiraba la misma ternura que él a ella. La ayudó a limpiarse las hojas y el polvo de su uniforme.
-         ¿Qué haces aquí?
-         Me sentía mal por …. Por no poder ayudarte – ella intentaba buscar la respuesta adecuada sin decir que escuchó la conversación con Josh y que algo dentro de ella se despertó y la puso sobre aviso, la advirtió de que su corazón no le pertenecía solamente a Josh.
-         ¿Cómo supiste donde encontrarme? – Zayn no paraba de hacerle preguntas. Sabía que algo raro pasaba pero debía quitarse esos pensamientos de la cabeza. Ella no era la cazadora. No lo era. Alejó aquellos pensamientos y puso sus cinco, o mejor dicho, sus seis sentidos en Rosmarie.
-         Haces muchas preguntas – Rosmarie empezó a andar y como si estuviera teleguiado Zayn ya estuvo a su lado en menos que cantaba un gallo. – Todo es mucho más fácil. – se paró en seco, dirigió la mirada hacia él. Zayn era más alto que ella por lo que tenía que levantar la cabeza y mirarlo desde abajo. Le acarició la mejilla – Sólo tienes que abrir bien los ojos – le dio un beso en la mejilla y siguió andando. Zayn volvió a oír esa risa. La sentía detrás suya. Los vigilaba. Ahora sabía cuál era su nuevo punto débil.
-         Vamos – la cogió de la mano y empezó a correr arrastrándola detrás suya – Debemos salir de aquí – cada vez corría más rápido y Rosmarie no podía seguirle el paso, tropezaba con cualquier ramita. Nunca había visto a nadie correr de aquella manera, ni tan rápido ni con tanta gracia.
-         No puedo – Rosmarie se paró, las piernas le temblaban y cayó sobre el suelo frío del bosque – No tengo fuerzas – Zayn miró al horizonte. Vio el internado a pocos metros de donde ellos estaban. Se agachó a su lado.
-         Nos queda poco – la ayudó a levantarse y empezó a andar rápido, no corría, pero andaba como si estuviera corriendo. – Mañana empezaremos unas clases intensivas de atletismo – bromeó haciéndola reír.

-         No me vendrían nada mal – le contestó ella.

viernes, 14 de junio de 2013

{Mirrors - Capítulo 1}

Suiza en septiembre era preciosa. Rosmarie contemplaba como las hojas naranjas envejecidas por el tiempo caían de los grandes árboles que rodeaban el internado Boarding School Finder, o el Besof, como todos los alumnos lo llamaban. Sus ojos verdes no parpadeaban como los de una persona normal, ella podía aguantar sin parpadear tanto tiempo que a veces hasta ella se asustaba. Tenía puesto ya su uniforme, unos zapatos bajos negros con unas calcetas azul marino hasta las rodillas. Una falda gris oscuro bajaba erizadamente hasta casi las rodillas, por pocos centímetros no hacía contacto con las caletas. Tenía una camisa blanca abrochada perfectamente hasta el último botón y por encima un jersey del mismo color que las calcetas con el logo del internado sobre el pecho derecho. El logo era una especie de águila que volaba sobre un cielo claro con las iniciales BSF bordadas con un grueso hilo color marino. Por primera vez en mucho tiempo se había recogido la larga melena pelirroja en un moño desaliñado. Cogió sus libros y salió de la habitación sin despertar a su compañera.
En la otra punta del internado un chico alto pero tampoco demasiado descansaba la cabeza sobre la gran ventana de su habitación. Sus ojos, verdes y marrones, una mezcla un tanto rara pero única, estaban fuertemente abiertos. Iba vestido con el mismo uniforme que Rosmarie pero con otro tipo de zapatos, con pantalones largos y él solía usar el jersey sólo para las clases que todavía no habían empezado. Josh se remangó la camisa y se abrochó mal uno de los botones de la camisa haciendo que ésta esté mal situada mientras sus ojos se dirigían al campo verdoso lleno de hojas naranjas que caían y caían. Allí había una chica. Sí, era aquella misma chica. La chica que todos los días veía por los pasillos. Según había oído e investigado se llamaba Rosmarie. Se levantó bruscamente y se arregló la ropa lo mejor que pudo olvidándose de la camisa mal abrochada. Nunca le había dedicado ni una sola sonrisa ni tampoco una palabra pero por fin había llegado el día o eso creía. Bajó corriendo las escaleras en forma de caracol del internado tropezando con todo el mundo inclusive con las cordoneras desatadas.
-          Maldición – murmuró Josh al tropezar con Zayn.
Se llevaban mal desde hace unos años, de pequeños habían sido amigos pero hace unos ocho años todo cambió. Zayn dejó de ser el chico amable y extrovertido que no podía hacerle daño a una mosca. Algo había pasado pero no sabía el que.

-          ¿No piensas mirar por dónde andas? – le contestó éste borde. – Podrías haber acabado mal.
-          Ahora no – Josh pasó de largo y se dirigió al jardín donde hace un minuto la vio pero ella no estaba ahí – Maldición, maldición – se rascó su despeinado pelo mientras sonreía para sí mismo – Hoy tampoco era el día. – Pero una idea fugaz se le pasó por la cabeza – Claro, es perfecto – y se fue corriendo sonriendo de oreja a oreja.
Rosmarie pasó por el pasillo que llevaba a la biblioteca y vio a Zayn peleándose con Josh en lo alto de las escaleras otra vez. Sacudió la cabeza y siguió andando. Para ella no había ojos más allá de Josh, era como la luz que necesitaba cada mañana para ver, el agua que le hacía falta para no deshidratarse y el sol que necesitaban las plantas para sobrevivir. Quizá sea un poco dramática pero durante cinco años no le había podido quitar los ojos de encima.
Zayn estaba apoyado en la barandilla de una de las escaleras del internado. Estaba con su grupo de amigos, muchos estaban detrás suya porque era mejor tenerlo como amigo que como enemigo, otros por los múltiples favores que él podía hacerles aunque la mayoría solía pagar caro todo aquello que le pedían, y otros pocos, mejor dicho dos, estaban con él desde el principio, después de Josh, claro, ni ellos ni nadie sabía su historia. Harry y Liam habían estado a su lado en las malas y en las buenas, en los castigos y más tonterías, en todos los favores y en todos los cobros, se podría decir que ellos eran como sus hermanos. Alguien pasó por su lado chocándose hombro con hombro, echándole encima una especie de zumo de naranja mezclado con piña, era asqueroso, pero  se puso furioso. Cogió al chico por el cuello estampándolo contra la pared y elevándolo unos centímetros del suelo. Al chico se le había empañado los cristales de las gafas e intentaba tragar saliva pero sentía como se ahogaba presionado por la firme mano de Zayn sobre su cuello.
-          Vamos Malik, suéltale – Harry puso una mano sobre su hombro.
Zayn soltó al chico que respiró entrecortadamente, intentaba hablar pero no le salían las palabras, estaba como fuera de sí. Sus gafas empañadas no le dejaban ver.
-          La próxima vez no estarán ellos para defenderte – el chico se fue con paso ligero - ¡Eh, chico! – se dio la vuelta aún con las piernas temblándole - ¿Cómo te llamas?
-          Roosvelt, Ted Roosvelt – Ted tragó saliva y siguió andando.
Zayn vio a Rosmarie pasar y salió corriendo hasta cortarle el paso. La miró, a ella y a sus ojos, le encantaban, ese verde le hacía recordar la naturaleza, el amor y la primavera. Le sonrió, ella lo hizo sonreír por primera vez en todo el día.
-          Missy, ¿a dónde vas con tanta prisa?
-          ¿Por qué sigues llamándome así? – le contestó ella molesta – No tienes remedio – sacudió la cabeza haciendo que un mechón de pelo se le saliera del moño.
-          Es …. No lo entenderías – Zayn se encogió de hombros y volvió a insistir – No me has dicho a donde ibas.
-          Mmmm …. yo…. Tengo…. Yo…. Cosas – se fue dejándolo ahí plantado con la palabra en la boca. Era una chica tan indecisa.
*
Ella estaba en la biblioteca sumida en un libro, se levantó un momento para buscar unas referencias en otro libro y cuando volvió había una nota sobre su libro.
En el desván a las 10 esta noche. Te estaré esperando”
Nunca le habían dejado una nota como esa. La olió y se dio cuenta que olía a rosas mezcladas con fresas frescas. Era un olor a primavera. Sonrió para sí misma, miró la hora y cerró el libro. Saliendo de la biblioteca se encontró con Zayn.
*
Rosmarie llegó al desván, estaba todo oscuro menos el centro de la habitación que estaba iluminada por una vela. Por toda la habitación se esparcía un olor a rosa mezclado con fresas, era el mismo perfume que el de la carta. Alguien le tocó el hombro y le susurró un “shhh” . Esas mismas manos le ataron los ojos con un pañuelo fino de seda.
-          ¿Te dejarías llevar por un momento? – Rosmarie dudó al oír esa voz. Era dulce pero firme, no se notaba nervioso sino todo lo contrario. Después ella asintió.
El chico entrelazó una de sus manos con la de Rosmarie. Hizo que diera una vuelta sobre sí misma y después la abrazó por detrás. Le dio un dulce beso en el cuello. 
-          ¿Te puedo llamar Rossy? – ella volvió a asentir. Esa voz le ponía la piel de gallina pero le encantaba. Él la llevó al centro de la habitación donde de repente se oyó una extraña música. Era la novena sinfonía de Beethoven. Empezó a bailar y la guiaba entre sus pasos torpes.
-          ¿Te puedo contar un secreto sin que te rías? – preguntó ella como un susurro.
-          Claro – entrelazó las dos manos con la de ella.
-          No sé bailar – Rossy pudo sentir como él sonreía – pero me encanta esta canción, ¿cómo lo sabías?
-          No lo sabía – contestó él firmemente – fue pura suerte – la seguía guiando entre las altas y bajas notas de la bella sinfonía. La música cesó y empezó a hablar – Nunca tuve el valor de hablarte – Rossy notaba como su voz temblaba, él tomó aire y prosiguió – Siempre giraba la cabeza para otro lado.
Le acarició la mejilla con el dorso de su mano derecha, con la otra mano le soltó la melena pelirroja y enredó su mano en ella atrayéndola contra su cuerpo. Rossy podía sentir su respiración sobre su mejilla y poco después su boca estaba en contacto con la suya. Tenía unos labios finos, jugosos y dulces. Se movían de un lado para otro. Rossy le tocó el pecho y notó los botones de la camisa mal abrochados. Era un desordenado, pero no le importaba. Ella seguía atada de ojos pero tampoco le importaba. No le hacía falta verle porque ese beso ya lo decía todo.
-          Cuenta hasta diez y puedes quitarte el pañuelo – él le soltó las manos y antes de que ella empezara a contar le dio otro beso corto y suave. Cuando acabó de contar y se quitó el pañuelo ya no había nadie allí, todo estaba vació. Cuando cogió sus libros vio que encima había una nota, con el mismo olor y la misma letra que la nota de la biblioteca.

Mañana a la misma hora”




domingo, 9 de junio de 2013

Mirros - Adelanto


         Una media luna creciente brillaba como un foco incandescente sobre un cielo negro lleno de estrellas, unas más amarillas y otras más rojizas, esas que llegaban al final de sus vidas. Una risa estridente proveniente de un coche rojo espanta a un búho escondido entre las ramas de un árbol que sale volando hacia el horizonte por el cual el sol se hacía paso entre los rayos blancos luminosos de la luna. Otra risa más. Otro pájaro que sale de entre una de las altas ramas, esta vez no se distinguía la clase de pájaro. Dentro del coche, de ventanas empañadas, quizás fuera por el calor o quizás por el roce de sus cuerpos. Un chico moreno, ojos marrones, no un marrón cualquiera, un marrón claro, un marrón que las abejas morirían por tener en su abejorro. Se mordía el labio mientras miraba a aquella chica que estaba a su lado. Pelo rizado y pelirrojo, ojos verdes, sí, ese verde que la primavera tanto envidiaba.
 Ella moría por volver al internado, por ver a ese otro chico que la volvía loca, el chico en el que se fijó desde la primera vez que cruzó la puerta del internado arrastrada por su padre entre los gritos de su madre. Ese otro chico por el que moría desde hace cinco años. Cinco años en los que él no le había dedicado ni una sonrisa. Pero ella seguía con la ilusión. A ella no se le quitaba la esperanza pero quizá esas ganas de verle no eran más que un impulso al no poder tenerle.
Bueno, y él, el chico de la sonrisa perfecta que estaba ahora sentado a su lado, sólo soñaba con tenerla entre sus brazos pero ella no cedía. Él había sido y sigue siendo el malo, ese chico malo que nadie puede quitarle la mirada, que todas las chicas desean y que todos los chicos envidian. Él no necesitaba nada, él lo tenía todo, él no era amable ni generoso, él no pedía permiso ni perdón pero después la conoció a ella. El año pasado, lo recuerda como si fuera ayer. Ella bajaba por las escaleras del internado cuando se tropezó con él. Él quería reprocharle y quizá decirle alguna grosería pero ser perdió en sus ojos. Y desde ese momento estuvo en todos los momentos de su vida, era su mejor amigo o eso pensaba ella, ella no se imaginaba lo que él tenía en la mente. Pero con los demás, él seguía el mismo de siempre.

“Sé que ella quiere a ese. Es un ángel, lo hace todo bien. Nunca le castigan, nunca se pelea y nunca ha roto un corazón.” son las palabras que siempre se repetía dentro de su cabeza. “Yo no soy más que un reflejo del demonio. No puedo cambiar la sangre que llevo dentro” y se atormentaba con el secreto cada día y cada noche. Un secreto que se llevaría a la tumba, de momento. Un secreto que lo había alejado de su familia a la que no quería volver a ver nunca. “Ellos me hicieron sufrir. Debido a ellos soy el monstruo que ahora soy”

jueves, 6 de junio de 2013

Mirrors


     Buenas pequeños lectores. Estuve un tiempo ausente debido a las clases, creo que ya sabéis lo duro que es. He tenido una idea, pero necesito vuestra ayuda.
     He pensado en hacer una nueva novela, quiero que sea larga y tengo las ideas más o menos claras. Me gustaría que se llamara "Mirrors" y trataría de temas pícaros, misterio y más cosas. Pero me falta una cosa muuuuuuy importante: LOS PERSONAJES. Me gustaría que el chico fuera un famoso, por ejemplo, Justin Timberlake.
     ¿Me ayudarías? Me podréis dejar vuestras opiniones por twitter @fixedinthem } o dejándome un comentario por el blog en esta entrada. ¿Me haríais ese favor?
Atentamente, vuestra más amada amiga.