Una media luna creciente brillaba como un foco incandescente sobre un cielo negro lleno de estrellas, unas más amarillas y otras más rojizas, esas que llegaban al final de sus vidas. Una risa estridente proveniente de un coche rojo espanta a un búho escondido entre las ramas de un árbol que sale volando hacia el horizonte por el cual el sol se hacía paso entre los rayos blancos luminosos de la luna. Otra risa más. Otro pájaro que sale de entre una de las altas ramas, esta vez no se distinguía la clase de pájaro. Dentro del coche, de ventanas empañadas, quizás fuera por el calor o quizás por el roce de sus cuerpos. Un chico moreno, ojos marrones, no un marrón cualquiera, un marrón claro, un marrón que las abejas morirían por tener en su abejorro. Se mordía el labio mientras miraba a aquella chica que estaba a su lado. Pelo rizado y pelirrojo, ojos verdes, sí, ese verde que la primavera tanto envidiaba.
Ella moría
por volver al internado, por ver a ese otro chico que la volvía loca, el chico
en el que se fijó desde la primera vez que cruzó la puerta del internado
arrastrada por su padre entre los gritos de su madre. Ese otro chico por el que
moría desde hace cinco años. Cinco años en los que él no le había dedicado ni
una sonrisa. Pero ella seguía con la ilusión. A ella no se le quitaba la
esperanza pero quizá esas ganas de verle no eran más que un impulso al no poder
tenerle.
Bueno, y él, el chico de la sonrisa perfecta que
estaba ahora sentado a su lado, sólo soñaba con tenerla entre sus brazos pero
ella no cedía. Él había sido y sigue siendo el malo, ese chico malo que nadie
puede quitarle la mirada, que todas las chicas desean y que todos los chicos
envidian. Él no necesitaba nada, él lo tenía todo, él no era amable ni
generoso, él no pedía permiso ni perdón pero después la conoció a ella. El año
pasado, lo recuerda como si fuera ayer. Ella bajaba por las escaleras del
internado cuando se tropezó con él. Él quería reprocharle y quizá decirle
alguna grosería pero ser perdió en sus ojos. Y desde ese momento estuvo en
todos los momentos de su vida, era su mejor amigo o eso pensaba ella, ella no
se imaginaba lo que él tenía en la mente. Pero con los demás, él seguía el
mismo de siempre.
“Sé que ella quiere a ese. Es un ángel, lo hace todo
bien. Nunca le castigan, nunca se pelea y nunca ha roto un corazón.” son las
palabras que siempre se repetía dentro de su cabeza. “Yo no soy más que un
reflejo del demonio. No puedo cambiar la sangre que llevo dentro” y se
atormentaba con el secreto cada día y cada noche. Un secreto que se llevaría a
la tumba, de momento. Un secreto que lo había alejado de su familia a la que no
quería volver a ver nunca. “Ellos me hicieron sufrir. Debido a ellos soy el
monstruo que ahora soy”
Me has dejado con la intriga, voy a leerme los capítulos. ADEMÁS ADORO A JOSH HUTCHERSON!
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