No muchas cosas pasaron por la mente de Zayn
mientras atravesaba el portal. Se veía realmente cansado, con los ojos
hinchados y con ojeras. Esperó con bastante calma al otro lado del portal hasta
que Gango y Laura estaban a su lado aun discutiendo de porqué ella había tenido
que ir con ellos. Parecía mentira que la persona que mejor la conocía hiciera
esas preguntas. Ella siempre pensaba después de actuar y en este caso no era
diferente. Podía ser peligroso para ella pero él no podía discutir eso con
ella, porque no acabarían nunca de pelear. Ella le insultaría y diría palabras
que una chica no debería decir por pensar que una chica no podría luchar de la
misma manera que él y su hermano.
-
¡Zayn! – gritó Laura demasiado tarde. La figura negra que se deslizó
entre los árboles sigilosamente siguiéndolos se había lanzado sobre Zayn
derrumbándolo al suelo. El peso de aquella criatura, que no podía verle la
cara, estaba aplastando todo su cuerpo y su cara contra las frías rocas que
pavimentaban el suelo. De reojo vio como una criatura no más grande que la
longitud de sus piernas cogía a Laura por los brazos y la sujetaba tan fuerte
que ella no podía determinar ningún movimiento. Dos criaturas más derribaron a
Gango al suelo impactando su cabeza contra una roca haciéndole perder la
conciencia. Zayn sabía lo que eran. Enanos. Pequeños y rechonchos, fuertes como
un roble y demasiado robustos para su gusto. Dos de ellos tenían el pelo
naranja y los otros dos negro como la ceniza. Laura se movía o intentaba
quitarse de encima al enano pelirrojo que la había agarrado y Zayn observó
porqué. Debajo de la cabeza de Gango vio como un líquido rojo, tirando a negro,
espeso salía y brotaba por el camino oscureciendo las rocas.
-
Enanos – murmuró Zayn inquieto. No le gustaban los enanos, nunca le
habían gustado y ahora menos.
-
¿Decías algo? – contestó molesto el enano que lo empujaba contra las
rocas y le azotó en la espalda con un pesado látigo.
-
No esperamos vuestra hospitalidad – empezó a decir Laura y Zayn se
rindió. Esta chico no sabía cuando callarse – pero no podéis dejar que mi
hermano se desangre así. – los enanos empezaron a reírse en su cara. Los colores empezaron a subir por su cara y
Zayn supo que estaba contando mentalmente hasta diez para no decir una
barbaridad de la cual se arrepentiría toda su vida - ¡Por el nombre de Gornid!
Ayudadlo … - su voz se fue apagando como el sol se apaga cada noche para dejar
a la luna brillar.
-
¿Gornid? – preguntó el mismo enano que sostenía a Zayn. Podían darse
cuenta de que ese enano era el jefe, entre ellos siempre hablaba el jefe y los
demás no habían abierto la boca solamente para reírse de las palabras de Laura.
Pero al escuchar el nombre de Gornid se pusieron tensos y sus risas cesaron.
Ahí estaba Carlos cuidando de aquella chica,
pero ¿qué era ella para él? No lo sabía. Su mente no le ayudaba. Por más que lo
intentaba, su mente solamente le mandaba imágenes sueltas sin ningún sentido.
Había perdido muchos años de su vida, muchos recuerdos y le parecía que vivía
en una gran mentira.
-
¿Por qué no logro recordarlo? – estaba sentado en una silla en frente
de la cama en la que Rosmarie descansaba. En las últimas horas había intentado
cogerle la mano, darle su apoyo o quizás que ella le diera algo a él, un
recuerdo o ayuda, pero no podía tocarla. Era retenido por su cuerpo cada vez
que intentaba acercar sus manos a las de ella.
Seguía con la misma ropa sucia que Gango le había prestado hace más de
dos semanas y que debido a sus caídas, a su sangre brotando de su nariz y a la
suciedad de aquella celda, se había manchado y descuartizado casi todas las
prendas que tenía puestas. Se agachó hasta esconder su cara en sus manos y
gritar de la desesperación.
-
¿Puedo ayudarte en algo, hijo? – Gornid siempre lo había tratado de
hijo, y aquello no le gustaba aunque estaba muy agradecido por todo lo que
estaba haciendo por él.
-
¿Puedes hacer que recupere la memoria? – preguntó Carlos irónicamente.
Un destello pasó por los ojos de Gornid haciéndolo sonreír de manera extraña.
Pocas veces desde que ha estado aquí había visto sonreír a Gornid.
-
Se puede intentar … - le contestó este. - ¿Hay algo que quieras
recordar en especial?
-
Casi toda mi vida – dijo en un susurro casi ahogado – No recuerdo nada
de lo que era antes. Solamente puedo recordar los últimos cinco años de mi vida
y no son nada agradables. Tengo veinte años y no recuerdo nada de mi infancia y
mi familia. Sé que tuve una familia, lo puedo sentir aquí dentro – se tocó el
corazón – pero ahora solo puedo recordar a la cazadora y a su horrible hermano,
no sé cuál de los dos es peor.
-
Creo que hay algo – fue como si una bombilla se hubiera encendido
encima de la cabeza de Gornid – Espera aquí – y salió, se fue dejándolo así por
muchas horas. Carlos seguía hablando con Rosmarie y tenía la esperanza de que
ella pudiera escucharle. Le contaba cuentos e historias, anécdotas que le
habían pasado a él o cosas que simplemente quería que sucedieran. – Lo he encontrado – Gornid apareció con cara
de satisfecho sosteniendo un gran frasco verde en su mano derecha. Carlos se
quedó fascinado ante aquel personaje. Era totalmente increíble lo que podía
hacer con solamente una planta. – Tienes que tomártelo – se lo entregó pero
después añadió – Te voy a explicar como funciona – cogió una silla y se acomodó
al lado de Carlos – Yo te haré preguntas y tu cerebro analizará la información
y me dará respuestas, con lo que tú podrás recordar aquello que te pregunté y
todo lo que te rodeaba en ese momento. – suspiró y se dejó caer en el respaldo
de la silla – Nos tomará un buen tiempo.
-
Le somos leales a Gornid por lo que les somos leales a ustedes – dijo
el enano jefe que se había identificado como Aulë – Les acompañaremos hasta
Oropo, les ayudaremos a conseguir la planta y los traeremos de vuelta sanos y
salvos – ahora estaban descansando en la pequeña cueva escondida entre las
altas montañas. Los mismos enanos ayudaron a Gango a ponerse en pie y a detener
la hemorragia. Los enanos habían decidido ir con ellos y también Laura había
discutido con Gango, otra vez, para que él se quedara en la cueva. No estaba en
condiciones para andar y solamente los detendrán e irán más lentos, pero él no
quería ni que se lo mencionaran. Iría con ellos y eso fue lo que hizo.
Descansaron una o dos horas, no podían saber cuanto tiempo era exactamente pero
al momento se pusieron en pie y encabezados por Zayn y Aulë se encaminaron
hacia Oropo. No tuvieron muchas turbulencias por el camino ni se encontraron
con ninguna criatura rara o difícil de derrotar. Al cabo de un día y medio
llegaron a las puertas de la gran montaña de Oropo donde se encontraría la
planta. Sabían cuanto tiempo había pasado por la inclinación del sol. – La planta
está protegida por dos balrogs. –
concluyó Aulë. – Debemos plantear una estrategia.
Enano:
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