viernes, 11 de octubre de 2013

{Mirrors - Capítulo 11}

No muchas cosas pasaron por la mente de Zayn mientras atravesaba el portal. Se veía realmente cansado, con los ojos hinchados y con ojeras. Esperó con bastante calma al otro lado del portal hasta que Gango y Laura estaban a su lado aun discutiendo de porqué ella había tenido que ir con ellos. Parecía mentira que la persona que mejor la conocía hiciera esas preguntas. Ella siempre pensaba después de actuar y en este caso no era diferente. Podía ser peligroso para ella pero él no podía discutir eso con ella, porque no acabarían nunca de pelear. Ella le insultaría y diría palabras que una chica no debería decir por pensar que una chica no podría luchar de la misma manera que él y su hermano.
-         ¡Zayn! – gritó Laura demasiado tarde. La figura negra que se deslizó entre los árboles sigilosamente siguiéndolos se había lanzado sobre Zayn derrumbándolo al suelo. El peso de aquella criatura, que no podía verle la cara, estaba aplastando todo su cuerpo y su cara contra las frías rocas que pavimentaban el suelo. De reojo vio como una criatura no más grande que la longitud de sus piernas cogía a Laura por los brazos y la sujetaba tan fuerte que ella no podía determinar ningún movimiento. Dos criaturas más derribaron a Gango al suelo impactando su cabeza contra una roca haciéndole perder la conciencia. Zayn sabía lo que eran. Enanos. Pequeños y rechonchos, fuertes como un roble y demasiado robustos para su gusto. Dos de ellos tenían el pelo naranja y los otros dos negro como la ceniza. Laura se movía o intentaba quitarse de encima al enano pelirrojo que la había agarrado y Zayn observó porqué. Debajo de la cabeza de Gango vio como un líquido rojo, tirando a negro, espeso salía y brotaba por el camino oscureciendo las rocas.
-         Enanos – murmuró Zayn inquieto. No le gustaban los enanos, nunca le habían gustado y ahora menos.
-         ¿Decías algo? – contestó molesto el enano que lo empujaba contra las rocas y le azotó en la espalda con un pesado látigo.
-         No esperamos vuestra hospitalidad – empezó a decir Laura y Zayn se rindió. Esta chico no sabía cuando callarse – pero no podéis dejar que mi hermano se desangre así. – los enanos empezaron a reírse en su cara.  Los colores empezaron a subir por su cara y Zayn supo que estaba contando mentalmente hasta diez para no decir una barbaridad de la cual se arrepentiría toda su vida - ¡Por el nombre de Gornid! Ayudadlo … - su voz se fue apagando como el sol se apaga cada noche para dejar a la luna brillar.
-         ¿Gornid? – preguntó el mismo enano que sostenía a Zayn. Podían darse cuenta de que ese enano era el jefe, entre ellos siempre hablaba el jefe y los demás no habían abierto la boca solamente para reírse de las palabras de Laura. Pero al escuchar el nombre de Gornid se pusieron tensos y sus risas cesaron.

Ahí estaba Carlos cuidando de aquella chica, pero ¿qué era ella para él? No lo sabía. Su mente no le ayudaba. Por más que lo intentaba, su mente solamente le mandaba imágenes sueltas sin ningún sentido. Había perdido muchos años de su vida, muchos recuerdos y le parecía que vivía en una gran mentira.
-         ¿Por qué no logro recordarlo? – estaba sentado en una silla en frente de la cama en la que Rosmarie descansaba. En las últimas horas había intentado cogerle la mano, darle su apoyo o quizás que ella le diera algo a él, un recuerdo o ayuda, pero no podía tocarla. Era retenido por su cuerpo cada vez que intentaba acercar sus manos a las de ella.  Seguía con la misma ropa sucia que Gango le había prestado hace más de dos semanas y que debido a sus caídas, a su sangre brotando de su nariz y a la suciedad de aquella celda, se había manchado y descuartizado casi todas las prendas que tenía puestas. Se agachó hasta esconder su cara en sus manos y gritar de la desesperación.
-         ¿Puedo ayudarte en algo, hijo? – Gornid siempre lo había tratado de hijo, y aquello no le gustaba aunque estaba muy agradecido por todo lo que estaba haciendo por él.
-         ¿Puedes hacer que recupere la memoria? – preguntó Carlos irónicamente. Un destello pasó por los ojos de Gornid haciéndolo sonreír de manera extraña. Pocas veces desde que ha estado aquí había visto sonreír a Gornid.
-         Se puede intentar … - le contestó este. - ¿Hay algo que quieras recordar en especial?
-         Casi toda mi vida – dijo en un susurro casi ahogado – No recuerdo nada de lo que era antes. Solamente puedo recordar los últimos cinco años de mi vida y no son nada agradables. Tengo veinte años y no recuerdo nada de mi infancia y mi familia. Sé que tuve una familia, lo puedo sentir aquí dentro – se tocó el corazón – pero ahora solo puedo recordar a la cazadora y a su horrible hermano, no sé cuál de los dos es peor. 
-         Creo que hay algo – fue como si una bombilla se hubiera encendido encima de la cabeza de Gornid – Espera aquí – y salió, se fue dejándolo así por muchas horas. Carlos seguía hablando con Rosmarie y tenía la esperanza de que ella pudiera escucharle. Le contaba cuentos e historias, anécdotas que le habían pasado a él o cosas que simplemente quería que sucedieran.  – Lo he encontrado – Gornid apareció con cara de satisfecho sosteniendo un gran frasco verde en su mano derecha. Carlos se quedó fascinado ante aquel personaje. Era totalmente increíble lo que podía hacer con solamente una planta. – Tienes que tomártelo – se lo entregó pero después añadió – Te voy a explicar como funciona – cogió una silla y se acomodó al lado de Carlos – Yo te haré preguntas y tu cerebro analizará la información y me dará respuestas, con lo que tú podrás recordar aquello que te pregunté y todo lo que te rodeaba en ese momento. – suspiró y se dejó caer en el respaldo de la silla – Nos tomará un buen tiempo.



-         Le somos leales a Gornid por lo que les somos leales a ustedes – dijo el enano jefe que se había identificado como Aulë – Les acompañaremos hasta Oropo, les ayudaremos a conseguir la planta y los traeremos de vuelta sanos y salvos – ahora estaban descansando en la pequeña cueva escondida entre las altas montañas. Los mismos enanos ayudaron a Gango a ponerse en pie y a detener la hemorragia. Los enanos habían decidido ir con ellos y también Laura había discutido con Gango, otra vez, para que él se quedara en la cueva. No estaba en condiciones para andar y solamente los detendrán e irán más lentos, pero él no quería ni que se lo mencionaran. Iría con ellos y eso fue lo que hizo. Descansaron una o dos horas, no podían saber cuanto tiempo era exactamente pero al momento se pusieron en pie y encabezados por Zayn y Aulë se encaminaron hacia Oropo. No tuvieron muchas turbulencias por el camino ni se encontraron con ninguna criatura rara o difícil de derrotar. Al cabo de un día y medio llegaron a las puertas de la gran montaña de Oropo donde se encontraría la planta. Sabían cuanto tiempo había pasado por la inclinación del sol. – La planta está protegida por dos balrogs.  – concluyó Aulë. – Debemos plantear una estrategia. 


Enano: 

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