Narras tú.
Me encontraba en la mesa de la cocina con la vista perdida hasta que de reojo vi a Henar bajando las escaleras.
- ¿A dónde vas? - le pregunté mientras le daba un sorbo a mi café.
- Voy a dar una vuelta - me dio un beso en la frente y se fue.
Por la ventana la vi encontrándose con Harry, dándose dos besos y desapareciendo calle abajo. Eran las 18:50 cuando tocaron a mi timbre. Fuera ya estaba oscureciendo. Fui a abrir con mi sonrisa hasta que lo vi y se me cayó el alma al suelo. Todo rastro de sonrisa en mi cara desapareció.
- ¿Qué haces aquí? - le pregunté fría a mi padre. Padre. No creo que se le pueda llamar padre.
- Vengo a hacerte compañía - intentó abrazarme pero no me dejé - James me dijo que ...
- Espera, ¿has dicho James? - no me podía creer que mi hermano llamara a ...a esta persona sabiendo el daño que nos había hecho.
- Lo ha hecho por tu propio bien - puso una mano en mi hombro pero la quité enseguida.
- Sabes perfectamente que los dos aquí no podemos estar - cogí las llaves de la casa y salí.
Llamé disgustada a mi hermano. Discutimos acaloradamente hasta quedarme sin voz. No sabía como contener la rabia. ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué James lo había llamado? Al poco rato me encontré en el parque a Henar y a Harry. Los vi besándose y otra oleada de rabia me hundió por dentro. Me acerqué a él y le dí una bofetada.
- No quiero que juegues con sus sentimientos. Nos conocemos de sobra y sé a lo que vas. - elevé el tono de voz - No quiero que le hagas daño.
- No pienso hacerle daño. Me he dado cuenta de que .... - Harry intentaba darme una explicación pero no estaba dispuesta a oír ninguna explicación más por hoy.
Me fui dejándoles solos. Eran las 21 cuando vi a Niall salí de casa de Sean. Me acordé cuando hace unos pocos años eramos como los tres mosqueteros. Inseparables.
- ¿Qué haces aquí sola? - me preguntó. - No deberías ir sola por estas calles y menos a estas horas - volvió a sermonearme. El barrio de Sean no era de los más bonitos del pueblo pero tenía su encanto.
- Por favor, cállate. No me digas lo que debo hacer - desahogué todo mi enfado con él - ¡Soy mayor! Sé lo que hago - empecé a gritarle - Estos meses lo único que has hecho es preocuparte por mi como si yo tuviera cinco años. No me hace falta protección - sabía que él quería darme una explicación y otro sermón más pero me fui sin dejar que hablara.
No sabía hacia donde iba. Fuera ya había oscurecido y yo andaba sola sin rumbo alguno. Oí pasos detrás mía hasta que de repente un tío con una navaja apareció delante mía. Noté como me ponía roja de la rabia. Le dí una bofetada y con la navaja me dio en el brazo haciendo que sangrara.
- ¡Desaparece de mi vista! - le grité - Me peleé con mi padre por culpa de mi hermano. La relación con mi hermano cada día va a peor. Le dí una bofetada a mi amigo porque hace feliz a mi amiga. Hice que mi mejor amigo se sintiera mal sin que él tuviera la culpa de nada. - cada vez gritaba con más fuerza - ¡Tú eras lo que me faltaba! ¿¡Qué quieres !? ¿No te he dicho que desaparezcas? - el chico se quedó con la boca abierta, tiró la navaja al suelo y salió corriendo. En situaciones así daba realmente miedo.
Me dí cuenta de los errores enormes y continuos que había hecho hoy. Sólo había una persona en todo este pueblo que pudiera comprenderme. Llegué a casa de Niall, toqué al timbre y por suerte me abrió su padre, la persona que buscaba.
- ¿Qué te ha pasado, cielo? - me cogió del brazo que tenía bien y me ayudó a sentarme en su despacho.
- Y eso es todo - mientras él me limpiaba, curraba y vendaba el brazo yo le conté todo lo que había pasado. Solté un largo suspiro. El señor Horan era como un padre para mi y siempre estaba para ayudarme. Se sentó enfrente mía y por encima de la mesa juntó mis dos manos cogiéndolas con cariño.
- ¿No crees que si tu hermano llamó a tu padre es porque de verdad está preocupado por ti? Sé lo difícil que es para los dos hablarle a vuestro padre y creo que tu hermano hizo un sacrificio enorme llamándolo para que venga a hablar contigo. Si tu padre está aquí es porque de verdad se arrepiente de todo. Quizás tenga una explicación lógica para todo lo que ha pasado, sólo tienes que escucharle - la voz de mi segundo padre sonaba melodiosa dentro de mis oídos - Harry no le hará daño a Henar. Por lo que me habías contado de tu "historia" con él - formó las comillas con los dedos en la palabra historia y volvió a cogerme por las manos - puedo deducir que él ahora sólo quiere ser feliz. A lo mejor es un amor veraniego pero podría ser un amor a largo plazo y tú no puedes privarles de eso. Si se hacen daño son ellos los que sufrirán las consecuencias - suspiró - Y en cuanto a mi hijo sé que se le pasará, él se preocupa mucho por ti y te quiere proteger de todo. Últimamente ha exagerado mucho pero lo hace de todo corazón para que tú estés a gusto. Antes ha llegado y no ha querido comer.
- Entonces es grave - puntualicé y empezó a reírse.
- Sé una cosa que le encantará - me contó todo el plan y lo encontré todo perfecto.
- Me parece perfecto - sonreí ante la satisfacción de hacer feliz a mi amigo - Tengo que irme a mi casa.
- ¿Crees que es una buena idea? - señaló por la ventana y fuera ya habían apagado las luces. Le puse cara de cachorrito - Yo te llevo.
- Gracias por todo - le dí un gran abrazo y monté en su coche. Mientras íbamos a mi casa llamé a mi hermano para pedirle disculpas. James era muy comprensivo y me entendió al momento. Dijo que no pasaba nada, esas cosas ocurrían y punto. - Gracias de nuevo.
- Lleva cuidado con el brazo - solté el cinturón y salí - Hasta mañana - me guiñó un ojo y lo vi desaparecer con el coche.
Supuse que esta noche Henar se quedaría en casa de Harry y antes de hablar con mi padre preferí hacerlo con ellos dos. Estaba en lo cierto, los dos estaban en casa de Harry. Les conté todo con detalles sin dejar que ninguno de los dos abriera la boca. Me esperaba una reacción mala por parte de los dos pero fue todo lo contrario. Me fui a mi casa después de decirles que mañana les aclararía más cosas. Abrí la puerta de mi casa y mi padre estaba en la mesa de la cocina sentado. Cuando me vio entrar salió corriendo a abrazarme.
- ¿Qué haces despierto a estas horas? - eran casi las 24. Le correspondí al abrazo.
- Me tenías preocupado. ¿Qué te ha pasado en el brazo? - le conté lo que había pasado omitiendo algunos detalles. Él me dio la explicación lógica de la cual hablaba el señor Horan. Por lo visto ellos dos ya habían hablado antes y tenía toda la razón del mundo. Me había precipitado al pensar mal de mi padre. - Vete a dormir, mañana hablaremos mejor - me acompañó hasta meterme en la cama y arroparme como cuando era pequeña.
A la mañana siguiente me desperté enérgica. Me duché y me puse un conjunto formal pero informal. Ni muy elegante ni muy de calle. Me dejé el pelo suelto ondulado.
Llegué a casa de Niall sobre las 13 pasadas. Su padre me dio las llaves de su coche y yo subí al cuarto de Niall.
- No voy a perdonarte - se cruzó de brazos dándome la espalda. Cogí un pañuelo y le até los ojos. - ¿Qué es esto?
- Confía en mi - lo cogí de la mano y lo llevé hasta el coche. Le ayudé para que se pusiera el cinturón y yo hice lo mismo.
- ¿A dónde vamos? - preguntó aún de morros.
- ¿No confías en mi? - le cogí la mano con cariño y se dejó.
- Sí que confío - me devolvió el aprentón de mano y estuvimos en silencio hasta llegar. Salí del coche y dí la vuelta para ayudarle salir - ¿Puedo quitármelo?
- Aún no - empezamos a andar - Cuidado, un escalón - no me hizo caso y se tropezó con el escalón.
- ¡Auch!
- Por no hacerme caso - se dejó guiar por mi y lo senté en una silla. Un camarero se nos acercó y le hice señas para que no sacara ningún sonido. En la carta le enseñé el plato favorito de Niall y a los pocos minutos nos pusieron un plato a cada uno - Ya puedes quitarte el pañuelo.
- ¡No puede ser! - se quedó incrédulo mirando el Nando's al que lo había traído. Después bajó la vista hasta ver su plato favorito - ¡Ah! - se llevó las manos a la cara. Era como un niño pequeño. Se emocionaba por cualquier cosa.
- Una pequeña sorpresa.
- ¿Pequeña? - preguntó - Entonces no me imagino como son las grandes sorpresas. - se agachó sobre la mesa para darme un beso en la mejilla - Eres genial. - antes de empezar a comer se fijó en mi brazo vendado. - ¿Y eso? - puso cara de horror.
- Ya te lo contaré - empezamos a comer.
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