viernes, 30 de agosto de 2013

{Mirrors - Capítulo 8}

Carlos abrió los ojos y lo que vio no fue nada de su agrado. Fue enviado aquí para buscar información y si las cosas se complicaban traer a la chica con él de vuelta pero en ese estado no podía hacer ninguna de las dos cosas. Quizás podría sacar algo de información poniendo la oreja en las conversaciones. Miró a través de las rejas pero no había nadie. Se quiso levantar pero su brazo le dolía horrores y al bajar los ojos se cumplió lo que imaginaba. Estaba levemente herido.
-         No puedes mantenerlo aquí encerrado – oyó ruido detrás de la puerta de esa habitación. Era una habitación extraña pero era como una cárcel. Estaba encerrado entre rejas en una gran habitación con varias estancias parecida a la suya. La puerta del fondo se abrió poco a poco y entró un chico alto y corpulento, era unos quince centímetros más alto que él. Tenía el pelo oscuro como el cielo en una noche sin estrellas. Lo seguía una pelirroja unos veinte centímetros más baja que el otro y unos cinco más baja que él.
-         Claro que puedo – él se cruzó de brazos delante de la celda y lo miró sin pestañear fijamente a los ojos – tengo el control de todo esto – levantó los brazos mientras sonreía descaradamente. “Este no es el chico que yo conocí” pensó Rosmarie para sus adentros. El cambio que Gango había pegado en menos de una hora no se lo hubiera imaginado ni en mil años.
-         No tienes pruebas – Carlos miraba algo divertido la escena. Aquella chica intentaba convencerle de que él chico encarcelado era de corazón puro y limpio – Sácalo ahora mismo de ahí. – lo cogió del brazo y le dio la vuelta para verle cara a cara.
-         Rosmarie, no lo entiendes – le tocó la mejilla con el dorso de la mano pero rápidamente como si estuviera electrizado la quitó para volver a cruzarse de brazos – Él es un enviado de la cazadora.
-         Repito, no tienes pruebas – los colores se apoderaba de la cara de Rosmarie.
-         Soy experto en detectarlos – se volvió para mirar a Carlos – no necesito pruebas para ello. – Rosmarie se acercó a las rejas y hundió su cara entre los barrotes.
-         Te sacaré de aquí, lo prometo – le dijo a Carlos el cual sonrió tímidamente – Y tú, -señaló a Gango – no lo toques hasta que yo vuelva, ¿entendido?
-         Entendido – dijo éste con una sonrisa pícara.
-         Estoy hablando en serio – ella soltó un bufido y se acercó a la puerta – y como le pase algo caerá sobre ti todo el peso de mi cabreo.
-         Vale, vale – los rizos serpenteaban sobre su espalda mientras se daba la vuelta y desaparecía por la puerta. – Ella no estará aquí para protegerte siempre, bola de pelo. – dijo Gango acercándose a la celda.
-         Ella sabe que soy inocente, no necesito más – algo en los ojos de ella le hacía sentir seguro, le hacía sentir que la conocía. Parecía que ella era la clave para descubrir ese pasado que se le había sido negado. Esas fueron las palabras de la cazadora. Esas palabras retumbaban en sus oídos como balas en su corazón.

Rosmarie buscó a Zayn por todas partes pero no había rastro de él. Sólo le faltaba buscar en su habitación y ya se había recorrido el internado de arriba abajo. Tomó aire antes de entrar en su habitación. Cogió el pomo con su diminuta y fina mano, le dio la vuelta y al ver que se abría sin dificultad suspiró aliviada. Asomó la cabeza poco a poco para ver a Zayn besándose con la hermana de Álvaro. Laura estaba sentada sobre el regazo de Zayn mientras se abrazaban fogosamente. No le hacía mucha gracia interrumpirles por lo que cerró la puerta sin que ellos se dieran cuenta de su presencia y esta vez buscó a Josh. Necesitaba que su … su …. ¿qué eran ella y Josh? Nunca habían tenido la charla pero la tendrían, hoy no pero pronto. Necesitaba que Josh supiera todo esto, necesitaba su ayuda. Sabía que Zayn no la perdonaría pero por una parte o por otra Josh estaba implicado en esto. Bajó las escaleras rápidamente con sus dos pies izquierdos sin tropezarse, caerse o abrirse la cabeza. Era un verdadero logro para ella. Se rió tontamente de ella y salió al patio trasero. Buscó con la mirada y vio a Josh sentado en un tronco y delante de él estaba Luane sentada en otro tronco. Ella le había cogido la mano mientras pasaba su mano sobre su pierna. Se puso colorada en un instante. Se precipitó tropezando con todas las piedrajas del patio y al llegar a su lado carraspeó.
-         ¿Se puede saber que hacéis? – preguntó cabreadísima.
-         Estábamos hablando – se precipitó Luane.
-         ¿Cogidos de la mano? – volvió a preguntar Rosmarie, le daba mucha rabia pero le parecía irónico. – Mejor no respondas, y tú – señaló a Josh – la próxima vez te follarás a tu amiguita. – se dio la vuelta pero Josh la cogió del brazo.
-         No es lo que piensas, por favor, déjame explicártelo pequeña.
-         Déjala que se vaya, sabes que estás mejor sin ella – Rosmarie no lo soportó más, se acercó a ella y le dio una bofetada. Sonó tan fuerte que las demás personas del patio se dieron la vuelta para ver la escena.
-         Rossy – Josh la cogió por los hombros y se la llevó dentro del internado. Josh se estaba riendo descaradamente en su propia cara.
-         Podrías contarme el chiste ya, así nos reímos los dos – se cruzó de brazos, estaba realmente enfadada y Josh se dio cuenta de ello por lo que intentó parar de reírse. - ¿Se puede saber de qué te ríes tanto?
-         Luane es mi hermana – Rosmarie se quedó helada ante aquellas palabras.
-         Pero si no os parecéis en nada… No, o sea, ¿cómo es posible? Ella es tan …. y tu eres tan …. No, es que … Que fuerte – terminó diciendo y con todo eso Josh estalló en carcajadas. – Tengo que pedirle disculpas – Josh la paró.
-         Es un caso perdido, no necesita explicaciones – le dio un beso en la frente - ¿Me estabas buscando?
-         Ah sí, era algo urgente – se recogió rápidamente el pelo en un moño desaliñado. Empezó a contarle lo que había pasado estas últimas semanas omitiendo algunos datos pero dejando claro lo que Zayn era, lo que intentaba hacer cuando apartó a Josh de su lado, también le contó lo de Gango y Carlos. – Me transmite algo … sé que no es malo y aunque fuera enviado por la cazadora, hay algo dentro de mí que me dice que es bueno. – se tocó el corazón – Algo aquí dentro me dio una señal, fue como un presentimiento pero uno bueno.
-         Pequeña, será solamente un estímulo. Tu corazón intenta sustituir a tu hermano , nada más – intentó contestarle de la mejor manera posible pero aquello no se podía decir de otra manera.
-         No lo entiendes – ella agachó la cabeza y unas lágrimas corrieron sobre su cara. Se limpió la cara y prosiguió – Mi hermano desapareció hace muchísimos años, lo sé pero también sé que no murió, y quizás ….
-         No es él, lo hubieras reconocido – Josh la atrajo contra su cuerpo y la abrazó. Todo aquello era demasiado para ella. Notaba su espalda bajar y subir al son de su llanto. Le dio un beso en la cabeza y le acarició la espalda para tranquilizarla.


Rosmarie volvió al refugio secreto de Gango, pero esta vez iba con Josh. Entraron dentro y vio a Álvaro cogiendo a Carlos del cuello de la camiseta. Carlos llevaba la ropa que Álvaro le había prestado. Se notaba a leguas que era su ropa. Rosmarie se abalanzó sobre él.
-         Suéltalo, ¡suéltalo! – se interpuso entre ellos dos – Lo prometiste.
-         No prometí nada – cuando vio a Josh enloqueció - ¿Qué hace este aquí? – elevó el tono de voz más de lo debido.
-         Viene a ayudarme, cosa que tú no estás haciendo – para Gango aquellas palabras fueron peores que bofetadas en la cara. Hubiera preferido unas puñaladas en el corazón. - ¿Estás bien? – se dio la vuelta para ver la cara mugrienta de sangre de Carlos. Tenía la nariz rota. – Haz algo bueno y tráeme algo para curarle – abrió la puerta de la celda, ayudó a que Carlos se sentara y se sentó a su lado. Al rato Gango le trajo todo lo necesario para curarle. – Dejarnos solos, por favor – Josh y Gango salieron de la habitación, no sin antes protestar pero no ser escuchados.
-         Gracias – dijo éste casi en un suspiro.
-         No te esfuerces en hablar – Rosmarie le curó poco a poco todas sus heridas. – Todos creen que eres malo – Carlos se sobresaltó cuando le tocó la nariz con un trozo de algodón.
-         ¿Tú también?
-         Yo confió en que aunque fueras enviado por alguien malo, tú no eres así. – cogió un agua oxigenada y le echó a las heridas.
-         La virgen, como escuece – protestó Carlos. Rosmarie se rió.
-         Perdona, sé que no es gracioso – se mordió el labio.
-         Diles que estaré encerrado aquí todo el tiempo que sea necesario para que me crean – la miró a los ojos. Esos ojos le recordaban algo pero no sabía él que. Necesitaba recordarlo – Necesito que me ayudes. – resopló – Sé que has hecho mucho por mí ya pero necesito recordar. Recordar lo que soy, quién soy.
-         ¡Rosmarie! – Zayn entró corriendo en la habitación, la cogió por los aires y la sacó fuera de la celda – Eres una niña estúpida. ¿Cómo puedes creerte todo lo que te dice? Te está manipulando. – Zayn la cogió por los hombros y la sacudió – Eres muy ingenua, Ros.
-         ¡Suéltala! – Carlos se abalanzó sobre Zayn pero Zayn lo empujó contra la pared y el choque de su cabeza contra la pared fue tal que hasta el sonido retumbó en los oídos de Rosmarie.
-         No te acerques más a ella – le amenazó con una mirada tan feroz que a Rosmarie se le erizó la piel del cuerpo. Ese no era Zayn.
-         Volveré, lo prometo – le dijo Rosmarie mientras era arrastrada por Zayn fuera de aquella mugrienta habitación.
-         Podrías hacer mejor tu trabajo – le advirtió Zayn a Gango – Inútiles.
-         ¿Cómo le puedes hablar así? Deberían cortarte la lengua – se alteró Rosmarie – Esto es la gota que colma el vaso. Te estás pasando cinco mil pueblos, Zayn Javaad Malik. – en ese instante sintió como todo su cuerpo flojeaba, las piernas le temblaban igual que todo su cuerpo. Su cerebro no reaccionaba y una ola fría recorrió todo su cuerpo posándose sobre su corazón. Las piernas y el cerebro desconectaron y cayó redonda en el suelo pero antes de quedarse totalmente inconsciente oyó a Álvaro gritar: “¿por qué no se tomaba la maldita poción?”

lunes, 19 de agosto de 2013

{Mirrors - Capítulo 7}

Había pasado cuatro semanas, Rosmarie entrenaba todos los días sin que nadie se enterara. Sólo lo sabían ella y Gango. Ella no había vuelto a hablar ni con Josh ni con Zayn. Los veía en clase pero no sabía que decirle a ninguno de los dos, y por lo visto hasta ella se había hartado de esa situación. Josh estaba muy raro con ella y ella tenía que acabar con todo eso.
Ese día, se encontró con Josh en la biblioteca. Rosmarie lo cogió por el cuello de la camisa y lo arrastró detrás de ella hasta el desván donde unas semanas atrás Josh se le había declarado. Cerró la puerta después de que él pasara y se interpuso entre él y la puerta.
-         ¿Se puede saber qué te pasa? – le preguntó ella furiosa. Estaba furiosa con él por huir de ella y estaba furiosa con ella misma por no haber hecho esto antes. Josh se acercó poco a poco hacia ella, puso una mano sobre su espalda y la atrajo hacia él. La besó como si no hubiera mañana. Era un beso que hacía aparecer mariposas dentro de su estómago. Enredó una mano en su pelirrojo pelo para que ella no se escape. Rosmarie se acordó porque había subido ahí arriba, intentó apartarse de él a pesar de mucho que le encantaba estar entre sus brazos pero él no cedía. Le mordió el labio y la soltó – No me cambies de tema.
-         No te he cambiado de tema – dijo éste riéndose y metiéndose las manos en los bolsillos. Rosmarie se sentó en una mesa y se cruzó de piernas. – Sólo te he besado.
-         Eso es jugar sucio – protestó ella – Ahora contéstame.
-         Necesitaba tiempo – la miró directamente a los ojos, a sus verdosos ojos y añadió – Pero fui un poco estúpido al actuar así.
-         ¿Un poco? – preguntó ella sarcástica.
-         Puede que un poco demasiado – sonrió él picaresco. Le echó el pestillo a la puerta y volvió a acercarse a ella - ¿Tengo que pedir perdón? – Josh la miraba a los ojos y mientras ella negaba con la cabeza, Josh le acariciaba la pierna con el dorso de la mano. - ¿Hay algo más que quieres que te explique? – no le dio tiempo a responder porque Josh se le había tirado encima y la volvía a besar. Era otro beso. Un beso que le hacía aguas por dentro. Dejó de besarla para mirarla. Ella asintió y le quitó la camiseta. Para ella era perfecto. Con su mano examinó sus abdominales, su pecho y sus brazos. Después se mordió el labio y Josh le quitó el jersey y entre beso y beso le desabrochaba la camisa. Rosmarie tenía el uniforme completo pero Josh tenía el uniforme deportivo, cosa que era más fácil de quitar. Rosmarie jugueteaba con los cordones del pantalón, le dio un beso en el pecho y se los quitó. Josh le besó el cuello. Le acariciaba la espalda mientras saboreaba su cuerpo con la boca. Le quitó la ropa interior dejándole la falda.  Ella le rodeó con las piernas y él la penetró. Sus cuerpos sudorosos entraban en calor. Ella gemía. Él gemía. Le acarició el pelo. Le dio un beso corto y le susurró al oído : - Te quiero – ella se sobresaltó. No se esperaba esa afirmación tan pronto. No quería estropear ese momento por lo que lo cogió por el cuello y le volvió a besar, un beso largo. Los dos llegaron al orgasmo y se separaron. Sus cuerpos encajaban como las dos últimas piezas de un puzle.
-         Me parece que hoy te saltarás la clase de gimnasia – dijo Rosmarie que se ponía la ropa, le temblaba todo y no podía ponerse la camisa.
-         Deja que te ayudo – Josh le abrochó la camisa – Me parece que tienes razón – le besó fugazmente.
-         Todo va bien, ¿verdad? – en sus ojos veía que no todo iba tal y sabía que algo iba mal.
-         Todo va genial – Josh intentó sonreír y no pensar en aquellas cartas que recibía todas las noches. ¿Era eso verdad? No podía ser verdad, Rossy no era capaz de algo así. Bajaron juntos al comedor donde se despidieron.
Rosmarie llegó a su habitación. Encima de su cama había una nota. Ponía su nombre. Le dio la vuelta y había un mensaje escrito con letra de niño a ordenador. Él llegará a mis manos. ¿Él? ¿Quién era él? ¿Josh? ¿Zayn? ¿Gango? No. En ese momento Luane entró en la habitación.
-         ¿Sabes quién ha dejado esto aquí?
-         Acabo de llegar – le contestó Luane.
-         Sólo tú y yo tenemos la llave de la habitación – contestó Rosmarie cabreada.
-         ¿Me estás diciendo que la dejé yo? – Luane estaba tensa pero hablaba en un tono sereno.
-         Si te das por aludida quizá es porque tienes algo que ver – salió de la habitación dando un portazo.

Luane se rió dentro de la habitación. Que ingenuos eran todos. Pues claro que esa nota era suya. Y las cartas que recibía Josh también. Y también era la culpable de que la protección que Zayn recibía haya desaparecido.

Rosmarie se adentró en el bosque, andaba sin mirar por donde iba y tropezaba con las raíces de los árboles. Maldecía por dentro. No entendía todo eso que pasaba. Se preguntaba como acabaría toda la historia de Zayn, que harían Josh y Harry, y lo último pero no menos importante, que haría ella cuando sea el momento de actuar. Un ruido la alertó y su mente se preparó para lo peor. No se acordaba de las explicaciones que Álvaro le había dado. No se acordaba de nada. Un tigre azul, era un tigre mitológico, era esa clase de tigre blanco con rayas negras, o negro con rayas blancas, no sabía diferenciarlo en ese momento apareció delante de ella. Con dientes afilados y ojos verdes como un bosque de pinos. Se fijó mejor en el tigre que tenía delante de ella. Sus ojos no eran verdes, sus ojos eran marrones como la miel, marrones como el cobre. Algo dentro de ella le decía que no debía tenerle miedo. No le inspiraba miedo. Se acercó a él con pasos cortos. El tigre rugió, ella se sobresaltó y dio dos pasos hacia atrás.  El tigre se dejó caer sobre sus patas traseras, dejó la cabeza descansando sobre el suelo duro lleno de ramas secas y hojas caídas. Con la pata derecha se tapó los ojos. Rosmarie resopló y se acercó a él sin dudarlo. Le tocó la cabeza con la yema de los dedos y el tigre volvió a rugir pero esta vez no era un rugido terrorífico, era un rugido de placer. Ella tomó más confianza y empezó a rascarle la cabeza. Parecía un gato feliz y ella una niña pequeña. El tigre se dio la vuelta quedando boca arriba y removió las patas señalando la barriga.
-         Te ha gustado, pillín – ella balanceó la cabeza de un lado para otro y le rascó la barriga. – Te llamaré Miel – el tigre la miró y ella interpretó esa mirada como una pregunta – Como tus ojos – le pareció que Miel estaba sonriendo, pero quizá eran sólo imaginaciones suyas. Cerró los ojos, resopló tranquila. Cuando abrió los ojos vio como una flecha atravesaba la pata derecha de Azul. Detrás de ella vio a Gango con el arco y preparando otra flecha - ¿Pero qué haces? ¡Para! – cogió lo primero que encontró, una rama pequeña, y se la tiró.

-         Puedes llamarme Carlos – el tigre se convirtió en un cuerpo blanco y rubio. Estaba completamente desnudo. Vio como sus ojos se cerraban pero aun así sonreía. Rosmarie respiró aliviada al escuchar su respiración y su pulso. 

domingo, 11 de agosto de 2013

{Mirrors - Capítulo 6}

» Mis padres no son padres normales como los tuyos o como los de Harry. Mis padres son vampiros y no sabían que mi madre se podría quedar embarazada. Durante siglos se pensaban que jamás podrían tener hijos pero un día surgió. Mi madre se quedó embarazada de mí hace cosa de cien años y pocos años después tuvieron a mi hermano. Ellos dos son inmortales pero yo no lo soy, es verdad que envejezco lentamente pero llegará un día en el que moriré. No soy como ellos, ellos no tienen pulso pero yo sí, por mis venas corre sangre normal, no es normal porque es sangre de monstruo pero es sangre. La sangre de mis padres puede curar y puede convertir, la mía no lo sé pero tampoco quiero comprobarlo. La descabellada idea de mis padres es convertirme en cuanto cumpla los dieciocho años. Yo siempre me he negado a eso y saben perfectamente que soy capaz de acabar con mi vida antes que ser uno como ellos. Nunca he aceptado esto que soy. Es cierto que tengo una velocidad, un oído y una vista excelente pero no me atrae eso. Quiero ser un chico normal. Envejecer normal. Tener una vida normal.  « 
» Ahora sólo tengo un objetivo; darle caza a esa cazadora, a la que te hizo eso el otro día. La conozco desde hace años. Una noche mis padres salieron como muchas veces hacen, para aparentar normalidad, aunque ellos sí son una pareja normal.  Empezó a llover y a tronar, yo tenía que cuidar a mi hermano que no era ninguna carga para mí. Me encantaba estar con él, jugar con él, cocinar para él, era todo para mí. Mis padres siempre me habían advertido de que existía algo, una fuerza, un grupo de “personas”, eran criaturas mágicas, que querían acabar con nosotros, con todos los vampiros o los nacidos en familias de vampiros. Iban en especial a por mi familia porque era la primera familia en procrear. Muchas veces habían atacado a mis padres pero siempre eran marionetas o subyugados de esas criaturas pero esa noche en mi casa se presentó el líder, el amo, o mejor dicho, la líder de ese ejército. Mató a mi hermano a sangre fría. Se reía escandalosamente. Prometió volver a por mí y hacerme cosas peores. Mis padres no se arriesgaron y me metieron en este internado, pidieron habitación individual y aunque tú no lo veas, hay protección por todos lados.  Mi hermano era mi punto débil, y esa mujer ha ido a por todos mis puntos débiles. Por eso he roto mi relación de amistad con Josh. Por eso procuro ser malvado y que nadie se me acerque. Procuro no encariñarme con nadie pero ahora os tengo a Harry y a ti, y sabe mis dos puntos débiles. Quizás más.  « 
»Desde pequeño, mis padres me intentaron dar clases de autodefensa pero no podían y me llevaron con Gornid, el hombre de la casa del bosque, el mentor de Gango y Lala, mi mentor. Él me enseñó a luchar, a defenderme y a proteger a mis seres queridos. Me enseñó a no encariñarme fácilmente y a no autodestruir lo que aún queda de mí. Él sabe preparar todo tipo de pociones, sabe curar y malherir, por eso acudí a él. Él sabía cómo curarte lo que la cazadora te había hecho o eso pensaba yo. Tenía sólo algunas medicinas temporales. Descubrió lo que te hizo. Con un rayo de penetración, introdujo en tu cuerpo una sustancia que desconocemos pero que sabemos lo que hace. Esa sustancia te come por dentro y te debilita. Tu no sientes nada pero poco a poco te quedas sin fuerzas, o te cuesta un poco más respirar. Gornid ayudado por Lala y Gango está preparando el antídoto pero de momento debes tomarte todas las pociones temporales que te dé.  « 
-      ¿Y si no encuentra el antídoto? – preguntó Rosmarie. Su voz sonaba como un susurro. Le daba miedo la respuesta de Zayn. Mucho miedo.
-      Lo encontrará – la consoló Zayn pero él sabía lo difícil que era eso.
-      ¿Y eso de Javaad qué es? – preguntó tragando saliva. Era mejor no saber la respuesta a la pregunta de antes - ¿Y lo de tu relación con Josh?
-      Poco a poco – le contestó Zayn entre sonrisas poco convencedoras.
» Desde pequeño todos me llamaban Javaad pero desde que estoy aquí todos me llaman Zayn, es como me di a conocer. De pequeños, Josh era mi vecino, era mi mejor amigo y gracias a sus padres los míos encontraron este internado tan apartado del mundo. Josh sabe la historia corta. Que alguien me persigue, una cazadora y que debíamos cortar nuestros lazos por su propio bien. Él no sabía porque me perseguía ni tampoco quería dejar de ser mi amigo. Ahí fue cuando cambié. Me peleé con él a base de golpes, me comporté mal con él, hice todo eso que él odiaba. Él aún no entiende porque hice eso pero no quiero que esté involucrado en esto. Se merece una buena vida. « 
Rosmarie se tiró encima de él y lo abrazó. Era un gran amigo. Ella sabía que detrás de esa fuerza y de ese tipo duro había alguien con sentimientos y con una terrible historia. Ahora sabía para que estaba entrenando. Sabía que Zayn la necesitaba y que a ella jamás podría apartarla de su lado. No se podía imaginar que su amigo fuera un vampiro o medio vampiro. De todos los pensamientos que la habían asaltado estos días, ninguno de ellos la había preparado para esto. Era todo tan descabellado. Le dio un beso en la mejilla y salió sin decir nada.

Era la tercera tarde que Henar y Harry quedaban. Pasaban un tiempo genial juntos. Entre risas y bromas las horas volaban. Harry llevó a Henar a un sitio desconocido, o al menos no le quería decir a donde la llevaba.
-      ¿A dónde vamos? – le volvió a preguntar Henar.
-      Ya lo verás – Harry entrelazó sus dedos con los de Henar, cogió un bolso gigante negro y se lo echó al hombro, y empezó a andar – No seas impaciente. – le rozó los labios con los suyos dulcemente y siguieron andando. Llegaron a la puerta trasera del internado. Salieron fuera y empezaron a andar de nuevo. Fuera el sol aún brillaba con fuerza, era una fuerza débil de otoño pero brillaba en su más perfecto resplandor.
-      ¿Harry? – Henar presionó la mano de Harry que no paraba de andar y aunque lo tenía de espaldas podía ver una gran sonrisa dibujada en su cara.
-      Escucha – se pararon en seco y agudizaron sus oídos. Henar no oía absolutamente nada.
-      No oigo nada – Harry empezó a reírse – No me hagas pensar que estás loco y me dé media vuelta.
-      No seas tonta – Harry empezó a andar y la mano que Henar tenía cogida a la de Harry la obligó a andar también – Era el silencio lo que quería que escucharas. El silencio. Maravilloso silencio – suspiró.  Al cabo de unos minutos pararon en un lugar precioso. Era un campo aún verde, un campo que caracterizaba a la primavera, no al otoño. El campo poseía hierba y flores, también había dos casas rodeadas por algunos árboles altos. Henar no podía identificar de qué clase de árbol se trataba. El campo estaba atravesado por un río que separaba las dos casas y en medio había un pequeño puente en semicírculo de madera. Un camino antiguo de arena y polvo se abría paso a la derecha del río. En frente, la primera casa, estaba rodeada por setos, arbustos y flores de todos los colores y todos los tipos. La casa era antigua, de una planta y de madera, era una casa rústica, como a ella le gustaba. - ¿Qué te parece?
-      Es precioso – sus ojos brillaban mientras miraba aquel paisaje. Harry la miraba y en sus ojos veía reflejado todo el paisaje. En sus ojos todos se veía más bonito. Sonrió satisfecho y le entregó el bolso - ¿Qué hay aquí?
-      Espera, no lo abras – Harry salió corriendo hacia la casa, una mujer mayor lo abrazó, le dio un beso en la frente y le entregó una cesta. Harry volvió a su lado – Picnic – la cogió de la mano como en el internado y siguieron andando hasta el puente, lo cruzaron y se sentaron en medio del campo. – Ya puedes abrir la bolsa – dijo éste mientras colocaba un mantel con cuadros rojos y blancos sobre la hierba y abría la cesta. Henar abrió el bolso y dentro estaban todos sus objetos de fotografía.
-      ¿Y esto? – ella no sabía cómo interpretar todo esto.
-      Me parece un lugar ideal para mostrar tu don – dijo él entre sonrisas – y de paso cenamos aquí.
-      Es todo tan … perfecto – se sentó a su lado, rodeó su cuello con sus brazos, lo atrajo hacia ella y lo besó - ¿Y de que conoces a esa señora?

-      Es mi abuela – le contestó Harry.

domingo, 4 de agosto de 2013

{Mirrors - Capítulo 5}


Cuando llegaron al internado eran las cinco de la madrugada. Rosmarie esperaba que Zayn le diera muchas explicaciones. Entraron sigilosamente y se encontraron con Josh durmiendo apoyado en una de las mesas del comedor.
-         Es tan tierno – Rosmarie se acercó a donde estaba Josh.
-         En fin … - Zayn corrió escaleras arriba y suspiró aliviado.
-         No cantes victoria tan rápido – le dijo ella sin hacer mucho ruido - ¿Te pensabas que te librarías de ésta? En unas horas volveré para que me des explicaciones y no podrás esconderte de mi, señor Malik ¿o debería decir Javaad? – Zayn puso los ojos en blanco y se fue a su habitación. Pensaba en como contarle eso a su mejor amiga, como empezar y como acabar. No servían de nada los discursos preparados. Él más que nadie sabía que conforme empezaba iba cambiando el contenido de la historia y sobre todo el orden. - ¿Josh? – le dio una palmadita en la espalda – Despierta – le susurró ella al oído.
-         ¡Rossy! – saltó de la silla que cayó al suelo haciendo un ruido estruendo – Estás bien – la abrazó con tal fuerza que le crujió la espalda. Se oían pasos bajando las escaleras – Vamos – Josh la cogió del brazo y echaron a correr hacia las habitaciones de los chicos.
-         ¿Qué hacías durmiendo en el comedor? – le preguntó Rosmarie cuando llegaron a la habitación de Josh. Éste la dejó pasar y los dos se sentaron en su cama. Ella se cruzó de piernas con los zapatos puestos. Josh se quitó los zapatos y se tumbó con la cabeza sobre su regazo.
-         Te estaba esperando – ella le acariciaba el pelo mientras él hablaba y cerraba los ojos – No podía dormir sin saber que estabas bien.
-         Pero si estabas durmiendo – se rió ella. Josh abrió los ojos, cogió los cordones de la sudadera de Rosmarie y estiró de ellos hasta que ella estaba a milímetros de su cara.
-         Sólo llevaba durmiendo unos minutos – le dio un beso.
Josh se puso encima de Rosmarie que lo besaba apasionadamente. Le quitó la sudadera de un tirón dejándola en sujetador. Ella hizo lo mismo con su camiseta. Está mejor de lo que recordaba. Se dijo Rosmarie para sus adentros. Ella puso una mano en su espalda y con la otra lo agarró del pelo. Lo miró a los ojos y volvió a besarle. No tardaron ni un pestañear de ojos hasta que estuvieron los dos desnudos enredados entre las sábanas. Ella le arañaba la espalda mientras Josh entraba en ella. Josh sólo la veía a ella. Abría los ojos y estaba ella. Cerraba los ojos y en sus pensamientos estaba ella. Pero para ella no era lo mismo. Sabía que lo quería, sino no estaría haciéndolo ahora con él. Ella abría los ojos y veía a Josh. Pero los cerraba y en sus pensamientos estaba Josh, Zayn y Gango. ¿Gango? ¿Qué hacía Gango en sus pensamientos? Se hacía esa pregunta mientras pensaba en su sonrisa. Llegó al orgasmo antes de lo que se hubiera imaginado y lo había hecho pensando en Gango.
-         Me tengo que ir – se vistió rápidamente – Luego hablamos – salió corriendo de la habitación sin dejarlo hablar. – Eres la persona más idiota del planeta. – hablaba con ella misma – Pero te gustó, sabes que te gustó porque llevas años esperando esto – se replicaba a si misma – Pero entonces, ¿por qué piensas en ese chico que acabas de conocer? – le preguntó a su mente – Tú lo sabes perfectamente – se reía de ella, su cerebro se reía de ella – Cállate ya.


Gango estaba en el bosque de caza con su hermana. Estaban sigilosamente escondidos entre unas matas. Un zorro pasó corriendo, Gango cogió una lanza y la lanzó con firmeza sin pestañear siquiera. Miró a Lala que ni se había inmutado.
-         ¿Esa es su novia? – se le adelantó.
-         Es su mejor amiga – contestó Gango sin dudar ni un segundo. - ¿Aún sigues con eso?
-         No – le mintió ella descaradamente.
Laura, Gango y Zayn se conocían desde pequeños y todo gracias a Gornid. Ella y Zayn son de la misma edad y siempre habían estado juntos. Cuando eran muy pequeños él siempre le prestaba sus juguetes. De más mayores él la defendía y la protegía como si fuera su novia. Desde los diez años ella está enamorada de él. Su amor ha ido creciendo con los años. Nunca tuvo el valor de decirle lo que sentía y siempre que lo veía con una chica moría de rabia. Su hermano nunca la creyó y sabía que seguía hasta las trancas enamorada de él pero siempre se lo había callado.
Vio otro zorro y esta vez fue más rápido que su hermano. Cogió fugazmente una flecha, la introdujo en su arco y con un silbido sordo le atravesó el ojo derecho.
-         Vas mejorando, hermanita – Gango le removió el pelo haciendo que los pelos se le salgan de la coleta. Ella lo cogió del brazo, le dio la vuelta en el aire y cayó de espaldas sobre un montón de hojas secas.
-         Eres un flojeras, hermanito – Lala se rió escandalosamente y echó a correr.
-         Corre todo lo que puedas – se levantó rápidamente y corrió detrás suya. Aunque los dos sabían algo de cada; Gango era el de la fuerza y la agilidad, y Lala era la de la velocidad y la maña. La alcanzó a escasos metros de la casa, la cogió del brazo e hizo que se diera la vuelta. Ella iba con la idea de darle una bofetada en la cara pero él se agachó a tiempo – Has fallado – pero ella le dio un rodillazo en la barriga.
-         Hablas más de lo que deberías – ella se soltó mientras él estaba indefenso y recobraba fuerzas – Si dedicaras todo el tiempo que hablas en pensar, tus acciones serían y acabarían mejor – ella le sacó la lengua mientras se reía.
-         Chicos, chicos – Gornid apareció donde ellos se encontraban cargado con plantas de todo tipo – Guardar las fuerzas para los entrenamientos. – dejó las plantas en un cubo que había al lado de la puerta – No lo has hecho nada mal – puso una mano sobre el hombro de Lala, arqueó las cejas y se rió. – Ahora quiero que me clasifiquéis estas plantas. – entró dentro y los dejó. Él tenía muchas cosas que hacer. La poción que le había dado a la amiga de Javaad no era suficiente para que ella se pusiera bien. Siempre habían efectos secundarios pero los suyos eran graves y esperaba que Javaad se lo contara pronto todo.
-         Acabemos esto cuanto antes – Gango se sentó en el suelo y su hermana hizo lo mismo. Prepararon todos los cuencos y se pusieron manos a la obra.
-         ¿Para qué quieres acabar tan rápido? – preguntó ella picándolo. Le encantaba sacar a Gango de sus casillas.
-         He quedado – su hermana tiró las plantas al suelo y lo abrazó eufórica – No te emociones. No es una cita.
-         ¿Entonces qué es? Me esperaba que algún día encontraras al amor de tu vida – ella se dio por vencida.
-         Gango, hablas demasiado – Gornid apareció detrás de ellos, siempre lo hacía todo tan sigilosamente que no se percataban de sus movimientos. En la mano derecha llevaba uno de sus famosos frasquitos pero esta vez contenía una poción diferente, algo que no había visto antes. Era de un color rosa claro en su mayor totalidad, pero en el fondo había un líquido espeso y verde – En cuanto la veas, dale esto. Se lo tiene que tomar todo de un trago y tienes que hacer que no vomite – le entregó el frasquito y le guiñó el ojo.


Rosmarie se vistió con una camiseta de tirantes blanca, con unos pantalones cortos de chándal azul marino y unas Asics blancas con rayas azul oscuro. Se adentró en el bosque con precaución para que no fuera vista por nadie y a escasos metros de ella estaba Gango. Hoy llevaba puesta una camiseta gris ancha, unos pantalones negros de chándal pero eran tan ajustados que no lo parecían y unas zapatillas deportivas del mismo color que la camiseta. Ella se sintió un poco estúpida por ir así vestida, nunca pasaba frío y ahora se moría de calor pero él era tan diferente a la hora de vestirse.
-         Vas ideal – él empezó a andar y ella siguió sus pasos – La próxima vez procura traerte pantalones largos. No me gustaría verte las piernas llenas de arañazos – su mente empezó a divagar. Se acordó de lo que pasó la noche anterior, cómo dejó a Josh colgado y como su mente la provocaba proyectando a Gango a cada segundo en su mente. - ¿Me estás escuchando? – dijo éste mientras le entregaba un palo.
-         ¿Y esto para qué es? – preguntó ella e inmediatamente se arrepintió de haber hecho esa pregunta.
-         Si me escucharas, quizás te enterarías – dijo éste con un tono de superioridad pero con dulzura. Sonrió para sí mismo y antes de proseguir con la explicación, sacó el frasquito de uno de sus bolsillos – Tienes que beber esto.
-         ¿Qué es? – miró el líquido que había dentro y le daban ganas de vomitar sólo con verlo – No pienso beberme eso, sea lo que sea – se agachó para volver a coger el palo y al subir se encontró a Gango a unos centímetros de su cara.
-         Es por tu bien – lo removió delante de su cara – Confía en mi – le entregó el frasquito y ella lo cogió de mala gana. Gango sonrió aliviado.
-         No tan rápido – dijo ella antes de abrirlo – Antes de que beba esto, quiero saber una cosa de ti – él se cruzó de brazos exasperado. Sabía perfectamente lo que ella quería saber. – Creo que ya sabes lo que es.
-         En ese frasquito se encuentra tu pase hacia la vida – dijo Gango en un tono bajo – Ahora mismo estás bien y sana, pero lo que te pasó el otro día podría afectarte – en el fondo le dolía muchísimo decir aquellas palabras, no la conocía mucho, en realidad no la conocía de nada pero la necesitaba con vida y a su lado.
-         No me importa demasiado – ella le volvió a entregar el frasquito sin haber bebido ni una gota - ¿Entrenamos ya? – Gango se dio por vencido, ella le inspiraba confianza y prefería sentirse menos protegido a que a ella le pase algo.
-         Álvaro – se encontró con los ojos de ella que brillaban, ella no sabía lo importante que era el esconder su nombre pero ahora mismo a él todo eso le daba igual. – Ahora la poción – ella volvió a coger el frasquito, arrugó la nariz y con asco se lo bebió. Ahora sólo tengo que hacer que no vomite pero ¿cómo? Se preguntó a sí mismo y su mente le contestó al instante. Bésala, idiota, sabes que deseas besarla y ésta es la mejor excusa. La miró, ella estaba a punto de tener arcadas. Cogió su cara con las manos y la besó. Ella no opuso fuerzas. Sintió su lengua dentro de su boca. Le gustaba. Se sentía protegido y a la vez indefenso. Iba a rodearla con los brazos para sentirla más suya cuando ella le dio con el palo en la barriga. Lo miró riéndose – Aprendes rápido – se incorporó rápidamente y cogió otro palo – Atácame – le dijo él.
-         ¿Atacarte? – asintió y Rosmarie le hizo caso. Se lanzó como una loca a darle golpes pero él las defendía todas. A la derecha. A la izquierda. Golpes bajos. Todos. Al poco rato ya estaba cansada y le costaba respirar. - ¿Cómo haces para no cansarte?
-         Entrenamiento excesivo – dijo con una gran sonrisa – Toma aire y golpe mi palo a donde yo lo lleve, ¿vale? – ella asintió y estuvieron haciendo ese ejercicio durante media hora – Y ahora sigue mis pasos, tienes que pisar donde yo pise – empezó flojo moviéndose de un lado para otro y con pasos cortos, pero poco a poco aumentaba la distancia y la velocidad, daba volteretas en el aire y hacía movimientos imposibles de seguir – Creo que por hoy basta – Rosmarie se sentó en un tronco de árbol y respiraba aceleradamente. - ¿Puedes hablar? – ella negó con la cabeza y él se rió. – Prométeme que no dirás a nadie mi nombre ni dirás que lo sabes, es muy importante para mí. Sólo lo sabes tú, mi hermana y Gornid – ella asintió – Gracias por entenderlo.
-         ¿Por qué no quieres decirle a nadie tu nombre? ¿Por qué es tan importante para ti? – preguntó ella jadeando.
-         Me siento protegido – Rosmarie no entendía nada y él se dio cuenta por la expresión que mostraba – Nadie se merece saber algo tan significativo para mí, sólo las personas que de verdad me importan.
-         Lo siento – ella hundió la cara entre sus manos.
-         ¿Por qué? – Gango se sentó a su lado, pasó un brazo sobre su hombro y la atrajo contra él.
-         Te obligué a revelar tu nombre. No sabía que fuera tan importante para ti.
-         No me sentía obligado a decírtelo – suspiró – Pero prefería que tú supieras mi nombre, a que te pasara algo por no tomarte esa poción – había dicho eso que prefería mantener en secreto – Me inspiras confianza, no me preguntes porqué pero contigo no podría tener un secreto. – ella iba a decir algo pero la cortó – Creo que deberías volver, es tarde. Mañana seguimos, a la misma hora y en el mismo sitio.
-         De acuerdo – volvió al internado entre pensamientos. – Estos chicos te hacen pensar más de lo normal – se dijo a su misma – Tendrás que contener ese deseo que tienes – se volvió a decir. Y tenía razón. Justo en ese momento Zayn acababa de correr y lo saludó con la mano – Zayn , ¿tienes tiempo?

-         Para ti siempre – subieron juntos – Voy a darme una ducha – miró la cara roja que ella tenía, le miró la ropa que la tenía hecha un asco y añadió - y creo que tú también necesitas una. – se fueron cada uno para su habitación, Zayn se duchó y se puso cómodo en su cama. Pocos minutos después llegó Rosmarie - ¿La explicación? – ella asintió mientras se sentaba a su lado – Pues verás ….

jueves, 1 de agosto de 2013

{Mirrors - Capítulo 4}


Rosmarie abrió los ojos y se tocó la frente. Había recibido un buen golpe. No se acordaba de nada de lo que había pasado. Se pensaba que todo había sido un mal sueño hasta que se fijó bien en el sitio en el que se encontraba. Era una habitación de las que sólo se encontraban en las películas de fantasía. ¿Eso de verdad existía? Sus ojos no daban crédito a la cantidad de cosas que veía. Parecía la casa de un mago. Se rió ante aquel pensamiento tonto. Pero si los magos no existen. Movió la cabeza de un lado para otro hasta que dio con un cuerpo. Estaba de brazos cruzados y la miraba. Tenía el pelo negro en cresta, los ojos eran marrones claros y su color de piel era normal, ni moreno ni blanco. Era atractivo. Era su prototipo de chico. Era alto y corpulento. El traje de guerrero negro con un cinturón repleto de armas le favorecía hasta tal punto que le marcaba todos y cada uno de sus músculos.
-         ¿Dónde estoy? – es lo único que pudo decir porque aquel chico le imponía mucho. Ella sabía que detrás de ese traje y de esa fuerza había alguien dulce y frágil pero ella jamás lo sabrá. O eso creía ella.
-         Gango, me llamo Gango – él estaba pensativo, no quería hablarle de ese lugar, de la casa de Gornid, del hombre que tanto los había ayudado a él y a su hermana. Gango, no es momento para pensar en tu pasado. Se quitó todo pensamiento de la cabeza y puso sus cinco sentidos en ella – Según me han dicho, te llamas Rosmarie, ¿me equivoco? – ella asintió con la cabeza y Gango se sintió satisfecho.
-         ¿Ese es tu nombre? – ella vio como en su cara se dibujaba una sonrisa – Si es un nombre, no es un nombre muy común. – ella intentó levantarse de aquella cama pero en el instante que puso los pies sobre el suelo se volvió a derrumbar. Él pasó un brazo por su espalda y la ayudó a tumbarse.
-         Deberías descansar y retomar fuerzas – se hizo sitio al lado de sus piernas y se sentó. Estaba distante. La tocaba pero con cuidado, con miedo a romperla pero no era eso. Él tenía una historia, algo que lo marcó. – No, ese no es mi nombre – se rió – Es mi apellido.
-         ¿Y por qué no me dices tu nombre? ¿Tienes miedo que en cuanto salga de aquí te busque en las páginas amarillas y te vigile? – después de mucho tiempo se rió, se rió con ganas y sin fingir. Aquella chica le caía simpática. - ¡Ya lo tengo! – ella gritó – Eres un secuestrador y tienes miedo de que yo sepa tu nombre y después pueda vengarme – él volvió a reírse, los mofletes se le habían puesto colorados y la barriga le dolía hasta tal punto que parecía que iba a explotar – Es eso, lo sé.
-         ¿Desde cuándo un secuestrador ayudaría a su víctima a tumbarse porque se ha mareado? – preguntó él sin saber muy bien que contestarle.
-         En fin, tienes razón – Rosmarie se dio por vencida – Tú ganas – se tiró con la cabeza sobre la almohada. Oyó una puerta que se abría y después volvía a cerrarse. Unos pasos acercándose. Levantó la mirada y vio a una chica vestida igual que Gango. Era morena de ojos marrones. Tenía una cola alta. Se fijó mejor y tenía el pelo largo y perfectamente liso. Era preciosa.
-         Ella es mi hermana Lala – ella estaba igual de tensa que su hermano – Lala, te presento a Rosmarie – bufó y salió de la caseta de la misma forma que había entrado – No le hagas mucho caso. – Rosmarie abrió la boca para hablar pero esta vez se le adelantó – Lala es un apodo y viene de Laura – los dos sonrieron satisfechos – En unos minutos volverán Gornid y Javaad, intenta descansar mientras – puso una mano sobre su rodilla, sonrió y la retiró rápidamente.

Álvaro salió de la casa sin hacer mucho ruido y se sentó en un tronco de árbol que había en frente de la casa. ¿Por qué aquella chica me inspira tanta confianza? ¿Por qué casi le digo mi nombre sin importarme todo el pasado? ¿Por qué puedo reírme con tanta facilidad? Esas eran unas de las muchas preguntas sin respuestas que se hacía. Álvaro Gango. Nombre tan poco común en esta zona. Su historia empezaba muchos años atrás cuando aún era un niño, un niño de tan sólo 7 años. Ahora tenía 23 años. Cuando Gornid los encontró perdidos por el bosque, su hermana tan sólo tenía 2 años, eran un bebé y ahora era una señorita de 17 años. No sabían nada de sus padres, al menos Laura no sabía nada y era mejor así. Los pocos años que él había vivido con sus padres habían sido los peores años de su vida. Y eso era mucho decir. Gornid los crió como si fueran sus hijos, les dio un hogar y les enseñó tantas cosas, como por ejemplo, a utilizar todas las armas existentes, a crear pociones curativas y otras malignas, les enseñó a querer y a proteger, y los convirtió en los guerreros que son hoy en día.

Zayn paseaba con su gran maestro por el bosque. Gornid siempre había sido como su segundo padre. Ahora recordaban viejos tiempos y hablaban de las últimas cosas que habían pasado. Eran tantas cosas que no entendía. Desde aquella noche en su casa hasta este momento pasando por todos los momentos incómodos. Daba gracias por haber ayudado a Rosmarie. Volvieron a la casa donde se encontró con la mirada de Gango. Tantos años conociéndose y aún no se sabe su nombre, no porque a Zayn no le interesara sino porque Gango no quería decirlo, era como su amuleto o algo así decía él. En cuanto vio a Rosmarie se tiró encima de ella y la abrazó.
-         Zayn – susurró ella casi sin voz – Me estás dejando sin aire.
-         Perdona – la saltó, la miró a los ojos y mientras le acariciaba el pelo le dio un beso en la frente – Podemos volver a casa – le dijo con una sonrisa en la boca.
-         No me pienso mover de aquí hasta que no me cuentes todo lo que está pasando – se abrazó a sus piernas y hundió la cabeza en ellas.
-         Volvamos al internado y te lo contaré todo ahí – Zayn le tendió la mano pero ella la rechazó. – No seas cabezota, Rosmarie – era la primera vez que él la llamaba Rosmarie pero aun así no iba a ceder.
-         Deberías hacerle caso – intervino Gango que estaba apoyado en el marco de la puerta cruzado de brazos – Confía en él, o si no confía en mí. Haré que cumpla su palabra.
-         Está bien – se levantó sin aceptar la ayuda de nadie – Te espero fuera – le dijo a Zayn. Se acercó a Gango , puso una mano sobre su hombro y le susurró al oído - ¿Me enseñarías a luchar? – él se sobresaltó.
-         No me esperaba que me pidieras algo así pero cuando quieras – dijo éste sonriendo de oreja a oreja.
-         Pásate mañana a las siete a recogerme – Rosmarie le sonrió y salió fuera para esperar a su amigo.

Mientras tanto en el internado Josh estaba que se subía por las paredes. No había tenido noticias de ellos dos desde hace muchas horas. No paraba de mirar el reloj. No sabía ni cuantas horas habían pasado. Todo era frustrante para él. Se sentó en la mesa del comedor que daba hacia la ventana y a través de ella vio una toga roja con capucha como la que llevaba la cazadora. Parpadeó. La había perdido de vista. Maldecía para sus adentros. Eran las cuatro de la madrugada y aún no tenía noticias. La puerta del internado chirrió. Salió disparado pensando que era Rosmarie pero se había equivocado. Era la compañera de habitación de Rossy. La chica esa rubia. No se sabía su nombre. Su forma de andar le resultaba muy familiar.

*Siete horas antes*
Harry estaba feliz. Había quedado con la chica de sus sueños porque así era Henar. Se encontró con ella en el salón del internado. Estaba sentada en uno de los grandes sofás. Iba vestida con un vestido azul con plumas blancas y con unas vans blancas. No la conocía mucho pero sabía que ella era fan de las zapatillas y que jamás podría llevar tacones ni otro tipo de zapatos. Se había planchado el pelo. Le gustaban más los rizos pero aun así estaba preciosa. En el salón no había nadie más. Estaban los dos solos. Ella no se había dado cuenta de su presencia porque estaba sumida en uno de sus libros favoritos. Era la quinta vez que se leía Los juegos del hambre. Ella notó una mano que le acariciaba la mejilla. Sabía que era él. No pudo evitarlo y una sonrisa gigante se dibujó en su cara. Harry se sentó a su lado, le cogió la mano y le dio un beso como el caballero que era.
-         Perdón si llego tarde – se disculpó Harry.
-         Llegas justo a tiempo – ella cerró su libro y se levantó a dejarlo en el sitio del que lo había cogido hace unos minutos.
Pasaron una noche muy divertida. Hablaron de sus cosas, de sus planes y de su pasado. Aunque no tenían muchas cosas que contar, entre los dos se complementaban muy bien. Harry la acompañó hasta su habitación. Su compañera de habitación no estaba. Según Henar le había dicho que no volvía hasta dentro de unos días que empezaban las clases. Harry le acarició la mejilla con el dorso de la mano, con la otra mano la agarró fuertemente por la espalda y le dio un beso en el cuello. Ella inmediatamente reaccionó. Lo rodeó con los brazos y le dio un beso. Al final se convirtió en un beso apasionado, en un beso que los pegó y los unió. Harry acariciaba cada parte de su cuerpo. Ella hacía lo mismo. Se deseaban tanto el uno al otro que no podían esperar. Harry se alejó un poco de ella y le sonrió hasta que se le marcaron los hoyuelos. Le dio un beso en la frente.
-         Harry Styles, sabes hacerte querer – ella se quitó los zapatos.

-         Henar Bosque, sabes enamorarme – le cogió la cara dulcemente, le dio otro beso y le deseó las buenas noches – Mañana nos espera otro día – Henar lo cogió del brazo e hizo que se fundieran en otro beso. Se le removían las tripas por dentro. Y no sólo a ella, porque Harry se moría por tenerla entre sus brazos y hacerla suya – Tiempo al tiempo – le susurró al oído – No hay prisas.