viernes, 30 de agosto de 2013

{Mirrors - Capítulo 8}

Carlos abrió los ojos y lo que vio no fue nada de su agrado. Fue enviado aquí para buscar información y si las cosas se complicaban traer a la chica con él de vuelta pero en ese estado no podía hacer ninguna de las dos cosas. Quizás podría sacar algo de información poniendo la oreja en las conversaciones. Miró a través de las rejas pero no había nadie. Se quiso levantar pero su brazo le dolía horrores y al bajar los ojos se cumplió lo que imaginaba. Estaba levemente herido.
-         No puedes mantenerlo aquí encerrado – oyó ruido detrás de la puerta de esa habitación. Era una habitación extraña pero era como una cárcel. Estaba encerrado entre rejas en una gran habitación con varias estancias parecida a la suya. La puerta del fondo se abrió poco a poco y entró un chico alto y corpulento, era unos quince centímetros más alto que él. Tenía el pelo oscuro como el cielo en una noche sin estrellas. Lo seguía una pelirroja unos veinte centímetros más baja que el otro y unos cinco más baja que él.
-         Claro que puedo – él se cruzó de brazos delante de la celda y lo miró sin pestañear fijamente a los ojos – tengo el control de todo esto – levantó los brazos mientras sonreía descaradamente. “Este no es el chico que yo conocí” pensó Rosmarie para sus adentros. El cambio que Gango había pegado en menos de una hora no se lo hubiera imaginado ni en mil años.
-         No tienes pruebas – Carlos miraba algo divertido la escena. Aquella chica intentaba convencerle de que él chico encarcelado era de corazón puro y limpio – Sácalo ahora mismo de ahí. – lo cogió del brazo y le dio la vuelta para verle cara a cara.
-         Rosmarie, no lo entiendes – le tocó la mejilla con el dorso de la mano pero rápidamente como si estuviera electrizado la quitó para volver a cruzarse de brazos – Él es un enviado de la cazadora.
-         Repito, no tienes pruebas – los colores se apoderaba de la cara de Rosmarie.
-         Soy experto en detectarlos – se volvió para mirar a Carlos – no necesito pruebas para ello. – Rosmarie se acercó a las rejas y hundió su cara entre los barrotes.
-         Te sacaré de aquí, lo prometo – le dijo a Carlos el cual sonrió tímidamente – Y tú, -señaló a Gango – no lo toques hasta que yo vuelva, ¿entendido?
-         Entendido – dijo éste con una sonrisa pícara.
-         Estoy hablando en serio – ella soltó un bufido y se acercó a la puerta – y como le pase algo caerá sobre ti todo el peso de mi cabreo.
-         Vale, vale – los rizos serpenteaban sobre su espalda mientras se daba la vuelta y desaparecía por la puerta. – Ella no estará aquí para protegerte siempre, bola de pelo. – dijo Gango acercándose a la celda.
-         Ella sabe que soy inocente, no necesito más – algo en los ojos de ella le hacía sentir seguro, le hacía sentir que la conocía. Parecía que ella era la clave para descubrir ese pasado que se le había sido negado. Esas fueron las palabras de la cazadora. Esas palabras retumbaban en sus oídos como balas en su corazón.

Rosmarie buscó a Zayn por todas partes pero no había rastro de él. Sólo le faltaba buscar en su habitación y ya se había recorrido el internado de arriba abajo. Tomó aire antes de entrar en su habitación. Cogió el pomo con su diminuta y fina mano, le dio la vuelta y al ver que se abría sin dificultad suspiró aliviada. Asomó la cabeza poco a poco para ver a Zayn besándose con la hermana de Álvaro. Laura estaba sentada sobre el regazo de Zayn mientras se abrazaban fogosamente. No le hacía mucha gracia interrumpirles por lo que cerró la puerta sin que ellos se dieran cuenta de su presencia y esta vez buscó a Josh. Necesitaba que su … su …. ¿qué eran ella y Josh? Nunca habían tenido la charla pero la tendrían, hoy no pero pronto. Necesitaba que Josh supiera todo esto, necesitaba su ayuda. Sabía que Zayn no la perdonaría pero por una parte o por otra Josh estaba implicado en esto. Bajó las escaleras rápidamente con sus dos pies izquierdos sin tropezarse, caerse o abrirse la cabeza. Era un verdadero logro para ella. Se rió tontamente de ella y salió al patio trasero. Buscó con la mirada y vio a Josh sentado en un tronco y delante de él estaba Luane sentada en otro tronco. Ella le había cogido la mano mientras pasaba su mano sobre su pierna. Se puso colorada en un instante. Se precipitó tropezando con todas las piedrajas del patio y al llegar a su lado carraspeó.
-         ¿Se puede saber que hacéis? – preguntó cabreadísima.
-         Estábamos hablando – se precipitó Luane.
-         ¿Cogidos de la mano? – volvió a preguntar Rosmarie, le daba mucha rabia pero le parecía irónico. – Mejor no respondas, y tú – señaló a Josh – la próxima vez te follarás a tu amiguita. – se dio la vuelta pero Josh la cogió del brazo.
-         No es lo que piensas, por favor, déjame explicártelo pequeña.
-         Déjala que se vaya, sabes que estás mejor sin ella – Rosmarie no lo soportó más, se acercó a ella y le dio una bofetada. Sonó tan fuerte que las demás personas del patio se dieron la vuelta para ver la escena.
-         Rossy – Josh la cogió por los hombros y se la llevó dentro del internado. Josh se estaba riendo descaradamente en su propia cara.
-         Podrías contarme el chiste ya, así nos reímos los dos – se cruzó de brazos, estaba realmente enfadada y Josh se dio cuenta de ello por lo que intentó parar de reírse. - ¿Se puede saber de qué te ríes tanto?
-         Luane es mi hermana – Rosmarie se quedó helada ante aquellas palabras.
-         Pero si no os parecéis en nada… No, o sea, ¿cómo es posible? Ella es tan …. y tu eres tan …. No, es que … Que fuerte – terminó diciendo y con todo eso Josh estalló en carcajadas. – Tengo que pedirle disculpas – Josh la paró.
-         Es un caso perdido, no necesita explicaciones – le dio un beso en la frente - ¿Me estabas buscando?
-         Ah sí, era algo urgente – se recogió rápidamente el pelo en un moño desaliñado. Empezó a contarle lo que había pasado estas últimas semanas omitiendo algunos datos pero dejando claro lo que Zayn era, lo que intentaba hacer cuando apartó a Josh de su lado, también le contó lo de Gango y Carlos. – Me transmite algo … sé que no es malo y aunque fuera enviado por la cazadora, hay algo dentro de mí que me dice que es bueno. – se tocó el corazón – Algo aquí dentro me dio una señal, fue como un presentimiento pero uno bueno.
-         Pequeña, será solamente un estímulo. Tu corazón intenta sustituir a tu hermano , nada más – intentó contestarle de la mejor manera posible pero aquello no se podía decir de otra manera.
-         No lo entiendes – ella agachó la cabeza y unas lágrimas corrieron sobre su cara. Se limpió la cara y prosiguió – Mi hermano desapareció hace muchísimos años, lo sé pero también sé que no murió, y quizás ….
-         No es él, lo hubieras reconocido – Josh la atrajo contra su cuerpo y la abrazó. Todo aquello era demasiado para ella. Notaba su espalda bajar y subir al son de su llanto. Le dio un beso en la cabeza y le acarició la espalda para tranquilizarla.


Rosmarie volvió al refugio secreto de Gango, pero esta vez iba con Josh. Entraron dentro y vio a Álvaro cogiendo a Carlos del cuello de la camiseta. Carlos llevaba la ropa que Álvaro le había prestado. Se notaba a leguas que era su ropa. Rosmarie se abalanzó sobre él.
-         Suéltalo, ¡suéltalo! – se interpuso entre ellos dos – Lo prometiste.
-         No prometí nada – cuando vio a Josh enloqueció - ¿Qué hace este aquí? – elevó el tono de voz más de lo debido.
-         Viene a ayudarme, cosa que tú no estás haciendo – para Gango aquellas palabras fueron peores que bofetadas en la cara. Hubiera preferido unas puñaladas en el corazón. - ¿Estás bien? – se dio la vuelta para ver la cara mugrienta de sangre de Carlos. Tenía la nariz rota. – Haz algo bueno y tráeme algo para curarle – abrió la puerta de la celda, ayudó a que Carlos se sentara y se sentó a su lado. Al rato Gango le trajo todo lo necesario para curarle. – Dejarnos solos, por favor – Josh y Gango salieron de la habitación, no sin antes protestar pero no ser escuchados.
-         Gracias – dijo éste casi en un suspiro.
-         No te esfuerces en hablar – Rosmarie le curó poco a poco todas sus heridas. – Todos creen que eres malo – Carlos se sobresaltó cuando le tocó la nariz con un trozo de algodón.
-         ¿Tú también?
-         Yo confió en que aunque fueras enviado por alguien malo, tú no eres así. – cogió un agua oxigenada y le echó a las heridas.
-         La virgen, como escuece – protestó Carlos. Rosmarie se rió.
-         Perdona, sé que no es gracioso – se mordió el labio.
-         Diles que estaré encerrado aquí todo el tiempo que sea necesario para que me crean – la miró a los ojos. Esos ojos le recordaban algo pero no sabía él que. Necesitaba recordarlo – Necesito que me ayudes. – resopló – Sé que has hecho mucho por mí ya pero necesito recordar. Recordar lo que soy, quién soy.
-         ¡Rosmarie! – Zayn entró corriendo en la habitación, la cogió por los aires y la sacó fuera de la celda – Eres una niña estúpida. ¿Cómo puedes creerte todo lo que te dice? Te está manipulando. – Zayn la cogió por los hombros y la sacudió – Eres muy ingenua, Ros.
-         ¡Suéltala! – Carlos se abalanzó sobre Zayn pero Zayn lo empujó contra la pared y el choque de su cabeza contra la pared fue tal que hasta el sonido retumbó en los oídos de Rosmarie.
-         No te acerques más a ella – le amenazó con una mirada tan feroz que a Rosmarie se le erizó la piel del cuerpo. Ese no era Zayn.
-         Volveré, lo prometo – le dijo Rosmarie mientras era arrastrada por Zayn fuera de aquella mugrienta habitación.
-         Podrías hacer mejor tu trabajo – le advirtió Zayn a Gango – Inútiles.
-         ¿Cómo le puedes hablar así? Deberían cortarte la lengua – se alteró Rosmarie – Esto es la gota que colma el vaso. Te estás pasando cinco mil pueblos, Zayn Javaad Malik. – en ese instante sintió como todo su cuerpo flojeaba, las piernas le temblaban igual que todo su cuerpo. Su cerebro no reaccionaba y una ola fría recorrió todo su cuerpo posándose sobre su corazón. Las piernas y el cerebro desconectaron y cayó redonda en el suelo pero antes de quedarse totalmente inconsciente oyó a Álvaro gritar: “¿por qué no se tomaba la maldita poción?”

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