Cuando llegaron al internado eran las cinco
de la madrugada. Rosmarie esperaba que Zayn le diera muchas explicaciones.
Entraron sigilosamente y se encontraron con Josh durmiendo apoyado en una de
las mesas del comedor.
-
Es tan tierno – Rosmarie se acercó a donde estaba Josh.
-
En fin … - Zayn corrió escaleras arriba y suspiró aliviado.
-
No cantes victoria tan rápido – le dijo ella sin hacer mucho ruido -
¿Te pensabas que te librarías de ésta? En unas horas volveré para que me des
explicaciones y no podrás esconderte de mi, señor Malik ¿o debería decir
Javaad? – Zayn puso los ojos en blanco y se fue a su habitación. Pensaba en
como contarle eso a su mejor amiga, como empezar y como acabar. No servían de
nada los discursos preparados. Él más que nadie sabía que conforme empezaba iba
cambiando el contenido de la historia y sobre todo el orden. - ¿Josh? – le dio
una palmadita en la espalda – Despierta – le susurró ella al oído.
-
¡Rossy! – saltó de la silla que cayó al suelo haciendo un ruido
estruendo – Estás bien – la abrazó con tal fuerza que le crujió la espalda. Se
oían pasos bajando las escaleras – Vamos – Josh la cogió del brazo y echaron a
correr hacia las habitaciones de los chicos.
-
¿Qué hacías durmiendo en el comedor? – le preguntó Rosmarie cuando
llegaron a la habitación de Josh. Éste la dejó pasar y los dos se sentaron en
su cama. Ella se cruzó de piernas con los zapatos puestos. Josh se quitó los
zapatos y se tumbó con la cabeza sobre su regazo.
-
Te estaba esperando – ella le acariciaba el pelo mientras él hablaba y
cerraba los ojos – No podía dormir sin saber que estabas bien.
-
Pero si estabas durmiendo – se rió ella. Josh abrió los ojos, cogió
los cordones de la sudadera de Rosmarie y estiró de ellos hasta que ella estaba
a milímetros de su cara.
-
Sólo llevaba durmiendo unos minutos – le dio un beso.
Josh
se puso encima de Rosmarie que lo besaba apasionadamente. Le quitó la sudadera
de un tirón dejándola en sujetador. Ella hizo lo mismo con su camiseta. Está mejor de lo que recordaba. Se dijo
Rosmarie para sus adentros. Ella puso una mano en su espalda y con la otra lo
agarró del pelo. Lo miró a los ojos y volvió a besarle. No tardaron ni un
pestañear de ojos hasta que estuvieron los dos desnudos enredados entre las
sábanas. Ella le arañaba la espalda mientras Josh entraba en ella. Josh sólo la
veía a ella. Abría los ojos y estaba ella. Cerraba los ojos y en sus
pensamientos estaba ella. Pero para ella no era lo mismo. Sabía que lo quería,
sino no estaría haciéndolo ahora con él. Ella abría los ojos y veía a Josh.
Pero los cerraba y en sus pensamientos estaba Josh, Zayn y Gango. ¿Gango? ¿Qué
hacía Gango en sus pensamientos? Se hacía esa pregunta mientras pensaba en su
sonrisa. Llegó al orgasmo antes de lo que se hubiera imaginado y lo había hecho
pensando en Gango.
-
Me tengo que ir – se vistió rápidamente – Luego hablamos – salió
corriendo de la habitación sin dejarlo hablar. – Eres la persona más idiota del
planeta. – hablaba con ella misma – Pero te gustó, sabes que te gustó porque
llevas años esperando esto – se replicaba a si misma – Pero entonces, ¿por qué
piensas en ese chico que acabas de conocer? – le preguntó a su mente – Tú lo
sabes perfectamente – se reía de ella, su cerebro se reía de ella – Cállate ya.
Gango estaba en el bosque de caza con su
hermana. Estaban sigilosamente escondidos entre unas matas. Un zorro pasó
corriendo, Gango cogió una lanza y la lanzó con firmeza sin pestañear siquiera.
Miró a Lala que ni se había inmutado.
-
¿Esa es su novia? – se le adelantó.
-
Es su mejor amiga – contestó Gango sin dudar ni un segundo. - ¿Aún
sigues con eso?
-
No – le mintió ella descaradamente.
Laura,
Gango y Zayn se conocían desde pequeños y todo gracias a Gornid. Ella y Zayn
son de la misma edad y siempre habían estado juntos. Cuando eran muy pequeños
él siempre le prestaba sus juguetes. De más mayores él la defendía y la
protegía como si fuera su novia. Desde los diez años ella está enamorada de él.
Su amor ha ido creciendo con los años. Nunca tuvo el valor de decirle lo que
sentía y siempre que lo veía con una chica moría de rabia. Su hermano nunca la
creyó y sabía que seguía hasta las trancas enamorada de él pero siempre se lo
había callado.
Vio
otro zorro y esta vez fue más rápido que su hermano. Cogió fugazmente una
flecha, la introdujo en su arco y con un silbido sordo le atravesó el ojo
derecho.
-
Vas mejorando, hermanita – Gango le removió el pelo haciendo que los
pelos se le salgan de la coleta. Ella lo cogió del brazo, le dio la vuelta en
el aire y cayó de espaldas sobre un montón de hojas secas.
-
Eres un flojeras, hermanito – Lala se rió escandalosamente y echó a
correr.
-
Corre todo lo que puedas – se levantó rápidamente y corrió detrás
suya. Aunque los dos sabían algo de cada; Gango era el de la fuerza y la
agilidad, y Lala era la de la velocidad y la maña. La alcanzó a escasos metros
de la casa, la cogió del brazo e hizo que se diera la vuelta. Ella iba con la
idea de darle una bofetada en la cara pero él se agachó a tiempo – Has fallado
– pero ella le dio un rodillazo en la barriga.
-
Hablas más de lo que deberías – ella se soltó mientras él estaba
indefenso y recobraba fuerzas – Si dedicaras todo el tiempo que hablas en
pensar, tus acciones serían y acabarían mejor – ella le sacó la lengua mientras
se reía.
-
Chicos, chicos – Gornid apareció donde ellos se encontraban cargado con
plantas de todo tipo – Guardar las fuerzas para los entrenamientos. – dejó las
plantas en un cubo que había al lado de la puerta – No lo has hecho nada mal –
puso una mano sobre el hombro de Lala, arqueó las cejas y se rió. – Ahora
quiero que me clasifiquéis estas plantas. – entró dentro y los dejó. Él tenía
muchas cosas que hacer. La poción que le había dado a la amiga de Javaad no era
suficiente para que ella se pusiera bien. Siempre habían efectos secundarios
pero los suyos eran graves y esperaba que Javaad se lo contara pronto todo.
-
Acabemos esto cuanto antes – Gango se sentó en el suelo y su hermana
hizo lo mismo. Prepararon todos los cuencos y se pusieron manos a la obra.
-
¿Para qué quieres acabar tan rápido? – preguntó ella picándolo. Le
encantaba sacar a Gango de sus casillas.
-
He quedado – su hermana tiró las plantas al suelo y lo abrazó eufórica
– No te emociones. No es una cita.
-
¿Entonces qué es? Me esperaba que algún día encontraras al amor de tu
vida – ella se dio por vencida.
-
Gango, hablas demasiado – Gornid apareció detrás de ellos, siempre lo
hacía todo tan sigilosamente que no se percataban de sus movimientos. En la
mano derecha llevaba uno de sus famosos frasquitos pero esta vez contenía una
poción diferente, algo que no había visto antes. Era de un color rosa claro en
su mayor totalidad, pero en el fondo había un líquido espeso y verde – En cuanto
la veas, dale esto. Se lo tiene que tomar todo de un trago y tienes que hacer
que no vomite – le entregó el frasquito y le guiñó el ojo.
Rosmarie se vistió con una camiseta de
tirantes blanca, con unos pantalones cortos de chándal azul marino y unas Asics
blancas con rayas azul oscuro. Se adentró en el bosque con precaución para que
no fuera vista por nadie y a escasos metros de ella estaba Gango. Hoy llevaba
puesta una camiseta gris ancha, unos pantalones negros de chándal pero eran tan
ajustados que no lo parecían y unas zapatillas deportivas del mismo color que
la camiseta. Ella se sintió un poco estúpida por ir así vestida, nunca pasaba
frío y ahora se moría de calor pero él era tan diferente a la hora de vestirse.
-
Vas ideal – él empezó a andar y ella siguió sus pasos – La próxima vez
procura traerte pantalones largos. No me gustaría verte las piernas llenas de
arañazos – su mente empezó a divagar. Se acordó de lo que pasó la noche
anterior, cómo dejó a Josh colgado y como su mente la provocaba proyectando a
Gango a cada segundo en su mente. - ¿Me estás escuchando? – dijo éste mientras
le entregaba un palo.
-
¿Y esto para qué es? – preguntó ella e inmediatamente se arrepintió de
haber hecho esa pregunta.
-
Si me escucharas, quizás te enterarías – dijo éste con un tono de
superioridad pero con dulzura. Sonrió para sí mismo y antes de proseguir con la
explicación, sacó el frasquito de uno de sus bolsillos – Tienes que beber esto.
-
¿Qué es? – miró el líquido que había dentro y le daban ganas de
vomitar sólo con verlo – No pienso beberme eso, sea lo que sea – se agachó para
volver a coger el palo y al subir se encontró a Gango a unos centímetros de su
cara.
-
Es por tu bien – lo removió delante de su cara – Confía en mi – le entregó
el frasquito y ella lo cogió de mala gana. Gango sonrió aliviado.
-
No tan rápido – dijo ella antes de abrirlo – Antes de que beba esto,
quiero saber una cosa de ti – él se cruzó de brazos exasperado. Sabía
perfectamente lo que ella quería saber. – Creo que ya sabes lo que es.
-
En ese frasquito se encuentra tu pase hacia la vida – dijo Gango en un
tono bajo – Ahora mismo estás bien y sana, pero lo que te pasó el otro día
podría afectarte – en el fondo le dolía muchísimo decir aquellas palabras, no
la conocía mucho, en realidad no la conocía de nada pero la necesitaba con vida
y a su lado.
-
No me importa demasiado – ella le volvió a entregar el frasquito sin
haber bebido ni una gota - ¿Entrenamos ya? – Gango se dio por vencido, ella le
inspiraba confianza y prefería sentirse menos protegido a que a ella le pase
algo.
-
Álvaro – se encontró con los ojos de ella que brillaban, ella no sabía
lo importante que era el esconder su nombre pero ahora mismo a él todo eso le
daba igual. – Ahora la poción – ella volvió a coger el frasquito, arrugó la
nariz y con asco se lo bebió. Ahora sólo
tengo que hacer que no vomite pero ¿cómo? Se preguntó a sí mismo y su mente
le contestó al instante. Bésala, idiota,
sabes que deseas besarla y ésta es la mejor excusa. La miró, ella estaba a
punto de tener arcadas. Cogió su cara con las manos y la besó. Ella no opuso
fuerzas. Sintió su lengua dentro de su boca. Le gustaba. Se sentía protegido y
a la vez indefenso. Iba a rodearla con los brazos para sentirla más suya cuando
ella le dio con el palo en la barriga. Lo miró riéndose – Aprendes rápido – se incorporó
rápidamente y cogió otro palo – Atácame – le dijo él.
-
¿Atacarte? – asintió y Rosmarie le hizo caso. Se lanzó como una loca a
darle golpes pero él las defendía todas. A la derecha. A la izquierda. Golpes
bajos. Todos. Al poco rato ya estaba cansada y le costaba respirar. - ¿Cómo
haces para no cansarte?
-
Entrenamiento excesivo – dijo con una gran sonrisa – Toma aire y golpe
mi palo a donde yo lo lleve, ¿vale? – ella asintió y estuvieron haciendo ese
ejercicio durante media hora – Y ahora sigue mis pasos, tienes que pisar donde
yo pise – empezó flojo moviéndose de un lado para otro y con pasos cortos, pero
poco a poco aumentaba la distancia y la velocidad, daba volteretas en el aire y
hacía movimientos imposibles de seguir – Creo que por hoy basta – Rosmarie se
sentó en un tronco de árbol y respiraba aceleradamente. - ¿Puedes hablar? –
ella negó con la cabeza y él se rió. – Prométeme que no dirás a nadie mi nombre
ni dirás que lo sabes, es muy importante para mí. Sólo lo sabes tú, mi hermana
y Gornid – ella asintió – Gracias por entenderlo.
-
¿Por qué no quieres decirle a nadie tu nombre? ¿Por qué es tan
importante para ti? – preguntó ella jadeando.
-
Me siento protegido – Rosmarie no entendía nada y él se dio cuenta por
la expresión que mostraba – Nadie se merece saber algo tan significativo para mí,
sólo las personas que de verdad me importan.
-
Lo siento – ella hundió la cara entre sus manos.
-
¿Por qué? – Gango se sentó a su lado, pasó un brazo sobre su hombro y
la atrajo contra él.
-
Te obligué a revelar tu nombre. No sabía que fuera tan importante para
ti.
-
No me sentía obligado a decírtelo – suspiró – Pero prefería que tú
supieras mi nombre, a que te pasara algo por no tomarte esa poción – había dicho
eso que prefería mantener en secreto – Me inspiras confianza, no me preguntes
porqué pero contigo no podría tener un secreto. – ella iba a decir algo pero la
cortó – Creo que deberías volver, es tarde. Mañana seguimos, a la misma hora y
en el mismo sitio.
-
De acuerdo – volvió al internado entre pensamientos. – Estos chicos te
hacen pensar más de lo normal – se dijo a su misma – Tendrás que contener ese
deseo que tienes – se volvió a decir. Y tenía razón. Justo en ese momento Zayn
acababa de correr y lo saludó con la mano – Zayn , ¿tienes tiempo?
-
Para ti siempre – subieron juntos – Voy a darme una ducha – miró la
cara roja que ella tenía, le miró la ropa que la tenía hecha un asco y añadió -
y creo que tú también necesitas una. – se fueron cada uno para su habitación,
Zayn se duchó y se puso cómodo en su cama. Pocos minutos después llegó Rosmarie
- ¿La explicación? – ella asintió mientras se sentaba a su lado – Pues verás ….
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